¿Podré dormir tranquilo? Esta es una de las diez preguntas que un consejero, ejecutivo, trabajador o colaborador permanente de la Empresa Municipal de Aguas (EMA) deberá hacerse antes de tomar una decisión. Igual que deberá preguntarse si se sentiría avergonzado si los demás supieran de su comportamiento o cómo se encontraría si lo viera reflejado en un periódico. ¿Qué pensaría una persona razonable? o ¿existe una solución alternativa que no plantee un conflicto ético? son otras de las incógnitas a despejar Sin olvidarse, por supuesto, de preguntarse: ¿es legal?

Este decálogo de preguntas se incluye en el texto de un código ético que se incorpora como anexo al manual de cumplimiento normativo penal, que hoy se vuelve a poner sobre la mesa del consejo de administración de la EMApara buscar su aprobación.

De este manual ya se habló en marzo y octubre del año pasado con más pena que gloria. Su desarrollo viene impuesto por la exigencia a las sociedades mercantiles de toda España de que incorporen una política activa de prevención de comportamientos delictivos y corrupción y por los cambios legales en cuanto a la responsabilidad penal de las personas jurídicas.

Ningún problema con el cumplimiento de la ley. La desazón de una parte de los consejeros tiene que ver con el código ético, cuyo conocimiento se les pide firmar en un documento. Y no tanto por el fondo de la propuesta sino por las formas de presentación y su posible impacto sobre los trabajadores.

Ni regalos ni ventajas

El código diseña una guía de conducta que establece como principios de comportamiento profesional el cuidado a la reputación de la empresa, el desarrollo profesional, la actitud de equipo, la gestión eficiente y "pasión por el cliente". Así, el texto del código ético establece que los trabajadores se comprometen a "ser diligentes, a saber escuchar, a buscar la innovación y a trabajar en equipo de forma legal, rigurosa y transparente" pero también a "ser serviciales". Un término que no ha gustado a todos.

Pero hay otros principios a tener en cuenta: buena fe, honestidad, respeto y confidencialidad. Desde la lealtad y la buena fe se pide al personal de la empresa municipal que "enfatice el afán de logro y el espíritu de superación" y que la preocupación por alcanzar los objetivos marcados sea "constante y continuada". Dos mensajes del código ético: "se potenciarán las actitudes optimistas versus pesimistas" y "se supeditarán los objetivos personales a los generales de la compañía" velando para que no haya conflicto entre ambos.

También se habla de honestidad en el documento y en ese ámbito se fija el compromiso de los empleados a declarar relaciones personales o profesionales que puedan condicionar su comportamiento y a "no aceptar compensaciones o ventajas indebidas". No se deben ofrecer regalos ni tratos de favor a terceros y los que otras personas puedan ofrecer al personal de la EMA

Dentro del capítulo dedicado al respeto se contemplan las exigencias de una igualdad real de oportunidades entre hombres y mujeres, el rechazo a la discriminación de cualquier empleado por raza, discapacidad física, religión, edad, nacionalidad, orientación sexual, sexo, opinión política u origen social y la inadmisión de cualquier forma de acoso o abuso. También debe asumirse el principio de respeto al medio ambiente y el desarrollo sostenible de la sociedad.

Aunque sea novedoso dentro de empresas locales este tipo de normativas, lo que se llama compliance, son obligatorias y deben marcar los protocolos de actuación de la empresa en cada caso. El mapa de riesgos penales que afecta a la EMA da el nivel de riesgo muy alto a los delitos contra el medio ambiente y alto a los que tienen que ver con revelación se secretos, financiación ilegal de partidos, cohecho y tráfico de influencias.