La edad es sólo un estado mental. Si no que se lo pregunten a Adela Cuesta, que tiene 90 años y que cada martes y jueves sale a bailar con un grupo de amigas. "A mí me va cualquier cosa que sea rapidita", afirma la nonagenaria. "Aunque mi favorito es el pasodoble", añade. Como ella, decenas de personas mayores gijoneses asisten cada semana a su cita en un conocido local con música en directo situado en el centro de la ciudad que se ha convertido en un lugar de encuentro para gente de la tercera edad.

"Aquí nos conocemos todos. Es un sitio súper familiar", afirma la gijonesa María Jesús Moreno, una asidua del bar desde hace dos años. La música es su principal atractivo y cada noche ofrece un ambiente distinto: los martes y jueves cuenta con la participación de Víctor "el de Cimadevilla", y los viernes por la noche hay sesión de sevillanas. "Pueden llegar a juntarse hasta 70 u 80 personas, vienen sobre todo grupos de amigas, y te sorprende cómo se arreglan, vienen de punta en blanco", explica Carlos Acosta, gerente del local desde hace tres años.

Además de bailar boleros y cumbias, lo que de verdad apasiona a muchos de los asistentes es subir al escenario y coger el micrófono. Es el caso de Nieves Muñiz. Esta candasina afincada en Gijón tiene 65 años y es una espontánea habitual del negocio. "Siempre canto mexicanadas, como 'Paloma Negra', y Víctor me acompaña con la guitarra", explica Muñiz, que cada semana se desplaza al local gijonés, situado junto al paseo del Muro, en autobús desde el barrio de El Natahoyo, donde vive. La asturiana, además, canta habitualmente en la Agrupación Artística Gijonesa.

La música no es el único encanto de este bar. Muchos de los clientes encuentran en él un lugar donde socializar y escapar de la rutina. "Este es el mejor geriátrico para mi madre. Bailar pasodobles para ella es lo máximo. Aquí es feliz", explica la gijonesa Luisa Costales, que tiene 59 años y acude todas las semanas con su madre, de 88. Teresa Careiada y Valentín Ormeño, ambos gijoneses de 70 años, son también clientes habituales. "Solemos venir con otra pareja. Antes quedamos para cenar. A veces nos alargamos hasta más allá del cierre", reconocen entre risas.