El abogado fallecido Paco Prendes publicó el pasado miércoles en LA NUEVA ESPAÑA, siguiendo su estilo, un irónico análisis de la situación política actual, en el que destaca la separación constante de la izquierda y la unión inquebrantable de la derecha. Fue su último artículo publicado en este periódico, y decía así:

Amores que matan

El geógrafo Alonso Medina, que fue durante casi cuatro años concejal de Podemos en el consistorio gijonés, debió padecer días pasados sueños terribles. Quizá en plena noche, se le apareció el fantasma del poeta Mistral, don Federico, y le musitó al oído su canción más provenzal: "Amo intensamente a mi patria; a mi región como hijo devoto; a mi pueblo sobre todas las cosas". Y al despertar, debió ver a Gijón sobre todas las cosas, pero necesitado de una apuesta renovadora, -que moriyones lo ahogan con el cuento de "la buena Pipa", del somiedín del alma-, con gente que tenga a Gijón en el corazón y en la cabeza. Y, tan bien animado, fue a fotografiarse al pie de las rojas litronas que pagó FADE, a petición de doña Paz, la dama de la idea.

Vamos, que se fue de botellón turístico, pero con fin político, por lo que en ningún momento quedó el edil converso bajo la jurisdicción punitiva del concejal Aparicio, que ha llegado a ser desde su independencia política el hombre-orquesta de Foro; puesto que Couto deja más cada día. ¿Cansado Couto del cuento político de la Buena Pipa?

Y él, (Aparicio) y tres más, forman la plantilla de la policía local; y él, (Aparicio) y tres más, forman las fuerzas auxiliares de la Protección Civil, que Bernardo Canga dejó bien nutridas y organizadas; y él, (Aparicio) y tres más, forman el fiel cuerpo de porteros municipales. El día en que el buen Aparicio deje el Consistorio, Gijón verá que es posible vivir sin policía, sin protección civil, sin fieles porteros, con los patinadores y los rodadores y ciclistas expulsando de las aceras a los pobres peatones; a niños y ancianos abarrotando las urgencias del Hospital de Cabueñes, aunque no haya estación, ni funcione el metrotren, y la playa haya quedado sin arena. ¡Que venga Salas y lo vea, que el carbón abandonado fue del orden de las 97.000 mil toneladas! Efecto Aparicio: en Gijón, por mil razones, mejor no comprar piso, ni buscar inversiones, que toda la actividad económica quedó reducida a las rebajas del comercio,y a los eventos de la fiel hostelería. "Echa sidra, monín, en esti vasu, que ye la razón de mi vida".

Nada raro, pues, que el geógrafo se lance como toro bravo al ruedo municipal. Como nada raro es que la mayoría de los vecinos de los 43 edificios levantados en la calle sin nombre, hayan decidido convertir su comunidad general de propietarios en partido político, para concurrir a las elecciones municipales del próximo mayo; quieren sacar dos concejales, que dada la enorme fragmentación de la oferta electoral, podrán ser "decisivos", y darle un nombre a su calle. Bautizo civil para Gijón. Esa, y no la reconquista de Melilla, será la bandera del vecindario. No habrá sorpresas, se llamará "Calle de la Calle Sin Nombre", aprobada por aclamación de las bases. Cómo se ve, lo "sin nombre" no dependen de Uvieu. "¡Estamos tocando con la mano la contaminación de la Calzada!", gritó el amigo Porfirio Allende, del sector "precario" que ocupa la Sindical; y comparte con los Alonso y los de la calle sin nombre la declaración de amor a Gijón sobre todas las cosas...

Gigia, la ciudad soberbia, levantada sobre el interés compuesto, el oleaje y las negras nubes de carbón, se dispone a ser cuna y vivero de honrados partidos de izquierda. Y cada uno tendrá su propio principio y, lamentablemente, su pronto final. Ya ocurrió. Y volverá a ocurrir. Mientras las derechas se unen para ganar. En tanto, el hormiguero se vuelve a Vox, doña Cristina Coto ya marcó el camino. Doña Moriyón, que ni sola, ni con la Buena Pipa será reina del Principado, podrá encabezar "a la andaluza", montando el jamelgo a mujeriegas, la alianza de Foro y Vox.

Y el ciudadano fundador volverá a sus cuevas primeras. En Plaza Mayor gijonesa, el tridente tendrá un cuarto diente para comer mejor, y resolver para siempre el dilema histórico de la unidad de España. El poeta ocioso suspira y espera la campaña, que será un capítulo más de los Episodios Locales, que escriben a una, don Pérez y don Galdós: "¡Qué párrafos! ¡Qué oraciones! ¡Qué lógica, caballeros!..." expondrán los candidatos aliados. "Y ¡qué buenas opiniones formarán de estos gijones, las ilustradas naciones del continente extranjero!".

Caballitos asturcones, nobles corceles harán oír sobre los peñascos de San Pedro el redoble de sus Cascos, de cartón piedra. Entre tanto, en el Fontán, lloran los habituales, a la luz de esta sonata: "Adiós plaza del Fontán / donde por dos cuartos dan / fabes, tocín y morcilla. Y, bajo la panera, tontones/ ponen un fuente de frixuelos, / pa llenanos la barriga". Lo comieron todo con Bárcenas y Rajoy,€ ¡y todavía quieren más frixuelos y más postre! ¡Rediós, que acabarán con España€ y con Mahoma€.