Abogado de profesión, político de transición que dejó la vida pública hace décadas para reflexionar sobre ella. Republicano de firmes convicciones, escritor de fina pluma y gran carga de humor. Comunicador con púlpito en tertulias y columnas de LA NUEVA ESPAÑA y cronista no oficial de ese Gijón cuyo presente disfrutaba en largos paseos y cuyo pasado nunca dejó de estudiar. A los 79 años fallecía ayer por la mañana en su domicilio de la calle Álvarez Garaya Francisco Prendes Quirós, Paco Prendes para muchos; Pachu Prendes para otros. Un gijonés ya inolvidable para todos.

Carmen Veiga, su esposa desde 1970 y quien fuera presidenta de Cruz Roja y concejala socialista en el Ayuntamiento gijonés, le buscó bien temprano en su despacho para comunicarle la inesperada muerte de Vicente Álvarez Areces. Lo encontró tendido sobre el ordenador. "Seguro que estaba escribiendo algo", confesaba a quienes le iban dando el pésame. Y fueron cientos. El abogado había solventado hace unos meses algunos problemas cardíacos de importancia. Veiga contaba ayer: "Estaba tan bien... El día antes habíamos hecho planes para el verano. No nos ha dado tiempo a celebrar las bodas de oro..."

A las cinco de esta tarde tendrá lugar un acto civil de cuerpo presente en el tanatorio de Gijón-Cabueñes donde, a continuación, serán incinerados sus restos mortales. Junto a Carmen Veiga tenía tres hijos, Francisco, Luis Carlos y Carmen, que les habían dado cinco nietos: Alejandro, Claudia, Antonio, Manuel y Elisa. A toda la familia llegaban ayer decenas de condolencias de un Gijón conmocionado. El Gijón que glosó en libros como "Las mil caras de la ciudad madre" o "Los pilares de Gijón" y en miles de artículos.

Nacido en El Bibio el 13 de noviembre de 1939, Francisco Manuel Prendes Quirós era el cuarto hijo de un matrimonio de clase media. Su abuelo paterno era un indiano de México y el materno hizo fortuna en Cuba y reputación en un Gijón donde fundó una tienda de coloniales y fue presidente honorario del Casino de la Unión de los Gremios. Su educación comenzó en el Campo Valdés, en el colegio del Santo Ángel, pero sus padres decidieron salvarle de las gripes que cogía al cruzar la playa llevándoselo a estudiar con doña Pepita Sierra en la calle Santa Lucía. Luego llegaría los años con los Jesuitas y los estudios de Derecho con Fermín García-Bernardo. Prendes Quirós no tenía empacho en reconocer que su idea era estudiar Filosofía y Letras pero le pudo el miedo al latín y se pasó al Derecho sin suspender jamás una asignatura.

Solventado el servicio militar en Mahón, empezó su carrera profesional en Gijón como fiscal sustituto. Ocuparía el cargo de Francisco Lavandera, con cuyo hijo abrió bufete en la calle Corrida. Su actual despacho, que había empezado a desmontar la idea de jubilarse definitivamente en febrero, estaba en la calle Instituto.

Otro abogado, Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos, le atrajo para la política a finales de los setenta a través de Democracia Socialista Asturiana pero el grupo político de Prendes Quirós fue el Partido Socialista Popular de su amigo Tierno Galván, como recordaba ayer una compungida Paz Fernández Felgueroso, exalcaldesa y amiga personal, a la que atrajó a la militancia del PSP. En su camino de regreso desde Burdeos, desde donde le había enviado una foto de un cartel de la República un día antes, Fernández Felgueroso recordaba el interés del abogado por "rastrear hemerotecas para buscar personajes y hechos relevantes de Gijón".

Prendes Quirós fue el presidente en Asturias del PSP - "y durante una tarde presidente a nivel nacional del partido por ausencia de Tierno", remarcaba con humor- hasta su integración en el PSOE. En 1978 se incorporaba en representación socialista y con el cargo de secretario al gobierno de Rafael Fernández. Allí coincidió con Emilio García-Pumarino que ayer le recordaba como "una persona cariñosa, sensible y muy respetuoso con las ideas de los demás. Con una trayectoria política compleja y una vena regionalista en la que incidía. Buen hombre y buen político". La relación de ambos se estrechó más allá de la política. Prendes Quirós usaba los conocimientos de García-Pumarino como registrador de la propiedad en Gijón para documentarse sobre las fincas que escondían historia de la ciudad.

Fue consejero en ese Consejo Regional hasta 1980. Nunca estuvo cómodo en el PSOE así que dejó la política activa y volvió al despacho. Lo que nunca abandonó fue su defensa a ultranza de la República, como fundador y principal activista del Ateneo Republicano de Asturias, puesto en el que le sustituyó hace cuatro años Alejandro Villa. "Dos meses después le nombramos presidente honorario. Nunca abandonó su ideario republicano y era muy crítico con quienes teóricamente eran republicanos pero no querian alardear de ello", explicó ayer consternado su sucesor, al tiempo que rememoraba al "hombre cordial, irónico y cachondo. Siempre con una sonrisa en los labios".

La bandera y los colores de la república convertidos en flores acompañan el féretro de Prendes Quirós en el tanatorio. "Fue el patriarca del republicanismo en Asturias, su muerte no tiene relevo porque era el único que podía unir al movimiento republicano y limar asperezas entre todas las asociaciones", valoró Ernesto Burgos, que durante más de una década fue su vicepresidente en el Ateneo. Tan importante fue su figura que el Colectivo de Entidades Republicanas de Asturias ha comenzado ya a prepararle un homenaje que tendrá lugar el 11 de febrero en la Escuela de Comercio.

Una de las anécdotas recordadas ayer por sus amigos fue la creación de la Fiesta del Oso Republicano que anualmente celebraban el segundo fin de semana de mayo. Un acto que consistía en rendir homenaje al oso que mató al rey asturiano Favila en el año 739, en una cacería. Otro ejemplo de ese carácter "coñón" que todo el mundo, empezando por su esposa, le reconocía como un valor propio y atinado.

Nada de Gijón le era indiferente. Nada ni nadie. Su amigo José Antonio Madiedo, exdirector general de la Marina Mercante, cuenta como en sus paseos por la ciudad que tanto amaba "se paraba a hablar con un senegalés que vendía relojes, con un afamado escritor sobre su última novela o con abogado sobre un caso. Gijón pierde a una persona ejemplar y a un cronista excelente".