La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Gijón en retrovisor

Palacio logró que todos los trenes llegasen a la plaza del Humedal

El regidor cerró su mandato con la puesta en servicio del macelo en Granda, el cuartel de bomberos en Roces y el traslado de la rula a El Musel

La demolida estación del Humedal, adonde llegaban los trenes. M. D. C.

Dado que la duda era una de sus constantes existenciales, a nadie le extrañó que no tuviese tampoco nada claro el apretado resultado de la votación de la tumultuosa asamblea de la Agrupación Socialista de Gijón en el gran teatro de la Universidad Laboral en la que fue derrotado por el potente aparato del PSOE. No obstante, siempre consecuente con su trayectoria aceptó sus consecuencias, por lo que aseguró que no iba a presentar una candidatura alternativa con otra agrupación política y que iba a pedir el retorno laboral al Banco de Bilbao en donde se encontraba desde hacía muchos años en excedencia -aunque la entidad financiera optó cautelarmente por darle la prejubilación, ya que no deseaban que ocupase su puesto de trabajo y tuviese de nuevo acceso a operaciones financieras- y los tres últimos meses como alcalde fueron desalentadores. El cerco de acoso y derribo posteriormente lo llevó a la soledad, con la excepción de unos pocos que pronto le seguirían en un nuevo camino político. Eso sí, él siempre mantuvo el tipo como alcalde y siguió hasta el final ejerciendo sus responsabilidades públicas, con recepciones oficiales y demás.

Tras ocho años de alcalde y con un superávit en las cuentas municipales de 322 millones de pesetas a finales del ejercicio de 1986, se pudo dar el gustazo de ver la puesta en marcha de cuatro infraestructuras fundamentales para el futuro de Gijón. El nuevo parque de bomberos en Roces cerca de la antigua carretera Carbonera -con una inversión de ciento ochenta millones de pesetas- lo que permitió reformar el cuartel de la Policía Municipal en la calle de San José. Pero el alcalde José Manuel Palacio también se pudo poner las medallas por mucho más.

Inaugurada la nueva estación en la plaza del Humedal. Palacio logró poner en marcha todo el ambicioso proyecto de nuevas estaciones ferroviarias -que costó trescientos veinte millones a las arcas municipales- y, sobre todo, conseguir que tanto los trenes de cercanías como de largo recorrido llegasen hasta la céntrica estación en la calle de San Crespo, al lado de la plaza del Humedal.

Aquel convenio para la ejecución de lo que entonces se llamó "red arterial ferroviaria de Gijón" -que había sido firmado por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, Renfe, Feve y el Ayuntamiento- hizo posible que en marzo del año 1987 abriese sus puertas la nueva estación en la plaza del Humedal. Las instalaciones eran espectaculares, ya que el amplio vestíbulo -con entradas por las calles de Sanz Crespo y de Pedro Duro, frente a la iglesia de San José- iluminado con luz natural gracias a cinco grandes lucernarios piramidales de cristales que sobresalían de su cubierta marcaron nuevos horizontes en la comodidad para nuestras comunicaciones férreas. La estación contaba con un aparcamiento subterráneo con capacidad para noventa y dos vehículos, además de una zona destinada expresamente a paquete-exprés. En la planta baja fueron ubicados los servicios fundamentales: taquillas, facturaciones, locales comerciales para el alquiler de automóviles y hasta una cafetería-restaurante donde se comía correctamente cuando estuvo gestionado por el famoso jesuita Luis Lezama -un innovador empresario hostelero que triunfó en Madrid con el "Café de Oriente" y "La Taberna del Alabardero"- al que le dio el nombre de "Carmen".

Uno de los grandes errores irreversibles en el urbanismo. En todas las ciudades importantes del mundo, el ferrocarril llega hasta el centro del casco urbano, dado que el soterramiento de las vías es la solución para evitar que las playas de vías dividan la comunicación entre los barrios. No tuvo justificación urbanística la decisión política de demoler la estación de Renfe y Feve de la plaza del Humedal y alejarla del centro de la ciudad -en otras ciudades importantes lo que se hace es crear apeaderos en los barrios populosos- y el cuantioso gasto para la construcción de una nueva estación provisional -siempre estamos en Gijón con las provisionalidades- cortando la autopista a la altura de Sanz Crespo y provocando un auténtico caos para la salida de los autobuses y vehículos desde la plaza del Humedal hacia Oviedo y Avilés.

Años después, en contra del proyecto inicial del Ministerio de Fomento impulsado por Francisco Álvarez-Cascos para convertir el metrotrén en el metro de Gijón y acercarlo con paradas hasta El Bibio y Cabueñes, que ubicaba la estación de ferrocarriles y de autobuses en el entorno de la plaza del Humedal, la máquina tuneladora estuvo parada siete meses y el trayecto previsto fue desviado hasta la zona donde se encuentra el Museo del Ferrocarril. Y el túnel construido fue olvidado y quedó anegado. Muy triste, la verdad.

De aquellos polvos vienen los actuales lodos "políticos" en el Ayuntamiento, aunque algunos conspicuos todavía siguen ciegos sobre quienes han sido los responsables del desaguisado urbanístico que, por desgracia, ya es irreversible porque el túnel del metrotrén finaliza al lado del Museo del Ferrocarril y ya no hay discusión válida sobre otras utópicas ubicaciones. Tal parece que también quisieran borrar las huellas de la gran obra del alcalde Palacio por lo que fue necesario destruirla, por los que vinieron después. Aunque con ello pusiesen punto final a la estación ferroviaria más antigua de España.

Carné del PSOE para trabajar en el nuevo matadero municipal. Otra de las infraestructuras fundamentales para Gijón fue la inauguración en el mes de junio de 1987 del nuevo matadero municipal construido por el Ayuntamiento de La Riega (Granda) que supuso una inversión muy cercana a los cuatrocientos millones de pesetas y que, como dato para no olvidar, los aspirantes a trabajar en aquellas instalaciones, a su currículo adjuntaban una fotocopia del carné de militantes del PSOE. El consejero de Agricultura y Pesca, Jesús Arango dejó bien a las claras que el gobierno de Pedro de Silva nunca se había planteado la construcción de un matadero central de Asturias que quitase competencias a los ayuntamientos que tradicionalmente habían asumido la gestión de estos servicios.

Trasladada la rula del muelle al Musel. Como consecuencia de los nuevos destinos que se dieron a las dársenas del antiguo puerto para reconvertirlo en el primer puerto deportivo de Asturias, en el mes de julio de 1987 se abrió la nueva rula en el puerto del Musel. La nueva lonja con noventa metros de largo y treinta y cinco de ancho fue dotada de los elementos más modernos para la clasificación, exposición y subasta del pescado -el anfiteatro de dos pisos de altura tenía capacidad para ciento ochenta compradores- por lo que supuso un antes y un después en la potenciación de las actividades pesqueras en nuestra ciudad.

Aquel puerto pesquero del Musel tenía, además, cerca de ochocientos metros lineales de atraque, con calados entre cinco y siete metros, lo que no podía ofrecer en bajamar el antiguo puerto del barrio de pesquerías de Cimavilla. Muchos han criticado desde entonces el traslado de la antigua rula al Musel, por haber perdido su añejo sabor todo el entorno, pero los tiempos precisaban de nuevos servicios y nuevas infraestructuras que abriesen nuevos horizontes a su cada día más competitivo mercado de pesquerías.

No siempre es bueno sentir nostalgias, aunque ello suponga romper nuestras retinas y pituitarias con todo aquello que formó parte de nuestra infancia y adolescencia.

Compartir el artículo

stats