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Un chófer de Emtusa salva a un niño de 15 años atragantado con un regaliz

El conductor de la línea de Roces paró el vehículo a la altura del parque de bomberos y le practicó al menor la maniobra de Heimlich

Un chófer de Emtusa salva a un niño de 15 años atragantado con un regaliz Ángel González

Un conductor de la línea 15 de Emtusa se convirtió ayer en héroe por accidente El hombre fue capaz de detener el autobús y prestarle una rápida asistencia cuando, en torno a las ocho de la tarde, uno de los pasajeros que viajaban a bordo, un niño de 15 años que volvía con sus amigos del entrenamiento diario de los campos de la Federación de Roces, sufrió un atragantamiento con un regaliz.

"El niño estaba ya morado; el conductor lo cogió por el estómago y tiró de él hacia delante", recordó uno de los testigos de la escena que generó un gran revuelo en el autobús. "Pensamos que se quedaba allí", declaró la abuela de uno de los pequeños que viajaba en la misma línea.

Cada día mueren cinco personas por atragantamiento en España. En esos casos, la maniobra de Heimlich puede ayudar a salvar vidas. Los pasos a seguir para ayudar a una persona atragantada son: animar a la víctima a toser dándole palmadas y si esto no funciona recurrir a la maniobra de Heimlich, que fue la que practicó el conductor del autobús gijonés al pequeño, tras detener el vehículo frente al parque de Bomberos. "Lo que hizo fue muy gordo, salvó al niño", aseguró una de los testigos mientras "todo el autobús permanecía revolucionado". Los niños regresaron a casa "con un gran susto en el cuerpo". Quienes presenciaron el incidente explicaron que el pequeño estaba "muy asustado y todo morado" cuando intervino el chófer de Emtusa.

La escena hizo revivir a muchos la tragedia vivida la pasada Nochevieja en la ciudad cuando falleció el pequeño Thiago Leonel Guamán Bustos, de 3 años, atragantado con una uva. El suceso ocurrió en el domicilio familiar, en el barrio de El Natahoyo, y en presencia de su madre, Viviana Bustos, su hermano mayor, su tío y su abuela, que nada pudieron hacer por evitar la tragedia.

Las uvas son la tercera causa de asfixia entre los población infantil. Cuando la familia de Thiago se dispuso, al filo de la medianoche, a completar el ritual para dar la bienvenida al nuevo año, el más pequeño tenía para él unas uvas sin pepita. Se sentó y comenzó a comerlas poco a poco, pero al sonar la última campanada los familiares vieron que se había atragantado y que no podía respirar. Le metieron los dedos en la garganta, sin éxito. Su tío, como el conductor de ayer de Emtusa le golpeó en el pecho, pero tampoco dio resultado. Llamaron a Emergencias y también a la Policía. Mientras esperaban salieron para pedir auxilio a gritos. Fue una vecina que pasaba por la zona la primera en realizar las maniobras de reanimación. Poco después llegó una patrulla de la Policía Local y llevaron al niño al Hospital de Jove. Mientras uno de los agentes conducía, el otro iba en el asiento trasero intentando reanimarle. Llegó con el pulso muy débil al hospital, lograron sacarle la uva, pero no pudo recuperarse y falleció poco después. El de Thiago fue, sin duda, un final mucho más infeliz que el que ayer se vivió a bordo del autobus municipal. La maniobra de Heimlich que le practicó el conductor al niño consiste en la compresión abdominal para desobstruir el conducto respiratorio. Es una técnica efectiva para salvar vidas en caso de asfixia por atragantamiento.

La abuela de uno de los amigos del menor anunció que la familia tratará de contactar con el chófer para agradecer su rápida intervención. Aceitunas, torreznos o frutos secos son los alimentos que más provocan atragantamientos.

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