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Una cuarta parte de los pacientes acaba por desarrollar problemas psicológicos

El cáncer se cobró la vida de 913 gijoneses a lo largo del año pasado, en el que se diagnosticaron otros 1.922 casos nuevos. Según el informe anual de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), las causas más frecuente de muerte fueron por cáncer de pulmón (185), colorectal (131), próstata (55), páncreas (54) y mama (53). Sin embargo, la tipología del cáncer ocupa un espectro muy amplio y la difusión de una enfermedad tan variada como compleja hace que buena parte de la sociedad juzgue más unos casos que otros. Es por eso que la delegación asturiana de la asociación celebró ayer en el Hotel Silken una jornada informativa que se centró en el debate del cáncer que afecta a las zonas del cuello y la cabeza, que contó con siete ponentes expertos en las áreas de cirugía, odontología, psicología y logopedia, entre otras disciplinas.

Según la psicóloga Rocío Toledo, trabajadora de la asociación y ponente en la jornada citada, los enfermos de este tipo concreto de cáncer presentan un "handicap" particular: las consecuencias de su patología suelen ser muy visibles. "Está claro que cada caso tiene su peculiaridad, pero en general este tipo suele provocar problemas a nivel tanto físico, por alguna deformidad, como funcional, porque los enfermos acaban por tener dificultades para tragar o para hablar con claridad", concreta, y añade que, aunque son muchos los casos de cánceres que exigen la extirpación de ciertas partes físicas, los que afectan al cuello y a la cabeza son "casi imposibles de ocultar". "Una paciente con una mama extirpada puede salir a la calle con un jersey ancho o un sujetador especial. Claro que puede tener problemas de autoestima en el ámbito privado, pero en la calle no llamará especialmente la atención. Un paciente con un estoma en el cuello no suele pasar desapercibido", aclara.

Este tipo de enfermedades también pueden provocar que el paciente tenga que someterse a cirugía y extirparse zonas de la cara afectada como trozos de nariz, lengua, mandíbula y dientes. "Por eso es tan importante que reciban una atención psicológica adecuada; deben afrontar demasiados cambios y no es fácil", matiza la experta.

Sin embargo, de la veintena de este tipo de enfermos que acuden a la asociación para dar clases de logopedia, ninguno solicita ayuda psicológica. "Los afectados se ponen un listado de prioridades que, por otro lado, son muy comprensibles. Ellos primero quieren ver si van a sobrevivir a la enfermedad y no se preocupan por su aspecto", resume. "Cuando están recuperándose, lo que quieren es poder volver a hablar bien cuanto antes, comer por sí mismos, tener una vida normal. Al final la parte mental se deja de lado", prosigue la psicóloga.

Son varios los riesgos de no prestar atención a la salud mental de un paciente con cáncer. Según Toledo, los cambios a los que debe hacer frente durante su recuperación aumentan las posibilidades de que acabe desarrollando problemas de depresión o pensamientos suicidas. "Depende mucho de si el enfermo tiene una red de familiares y amigos que le cuiden y le vigilen. La soledad no suele influir de forma positiva. Pero de dejar en un segundo plano la salud mental lo hacen también las familiares del paciente. Ellos también tienen que afrontar esa nueva vida. Lo que quieren es que todo vuelva a ser como antes y cuanto antes", apunta. "En general este tipo de cáncer hace que los afectados se esfuercen en no llamar la atención; les da vergüenza. Por eso cuando salen a la calle se tapan las zonas operadas que pueden y, si no lo consiguen, simplemente acaban por recluirse, con el riesgo que eso supone", añade.

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