San Blas tiene tirón en Jove, pase el tiempo que pase y haga el día que haga. Por eso, los parroquianos se afanaban ayer en el empaquetado de las tradicionales rosquillas de mantequilla del santo que se venderán el próximo domingo después de la misa festiva.

Es una tradición con solera, que se remonta a hace más de medio siglo y que cada año reúne a cientos de devotos deseosos de hacerse con los dulces en honor del patrón de Jove, bien conocido como santo protector de los males de la garganta. "Todos los años hay unas colas enormes, y este año al caer la fiesta en domingo esperamos que haya más gente", relataban ayer en pleno proceso de envasado Balbi López y Rosa Mari Mediavilla, dos vecinas que llevan "muchos años colaborando" en la tarea de hacer bolsitas de media docena de rosquillas.

El domingo se venderán a euro la bolsita, con la previsión de despachar 700 kilos de dulces. Hoy en día ya no se hacen como antes, cuando "amasábamos y horneábamos todo a mano; ya hace unos 20 años que encargamos las rosquillas a obradores, pero siempre siguiendo la receta original", explicaban ayer los voluntarios llegados de la parroquia de Jove y también de Fátima.

Porque "nosotros les suministramos la materia prima, los moldes y la receta, que tiene un secreto desde hace muchos años para que las rosquillas de San Blas sean únicas", apuntaba Víctor Pando, de 80 años, uno de los más veteranos a la hora de echar una mano en la tarea. Con el dinero que se saque de la venta de los dulces se costearán los gastos propios de la parroquia, como "reparaciones del tejado, la luz... todos los gastos fijos que no son pocos", indicaba Pando tras la bendición de las rosquillas por el párroco, José Manuel Álvarez, el "Peque". Además, también se sufragarán las ayudas a las 29 familias que dependen de Cáritas parroquial, la mayoría extranjeras. La cita con el santo es el domingo a mediodía, con misa, procesión y galletas milagrosas.