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Agustín Guzmán Sancho reivindica la obra y figura del artista Urbano Cortina

"Le perjudicó su extraordinaria modestia; merece un homenaje de Gijón", afirma el autor de la primera monografía sobre "el pintor de la montaña"

Agustín Guzmán Sancho reivindica la obra y figura del artista Urbano Cortina

Fallecido en 1993, cuando el artista no había cumplido aún los sesenta años de edad, la obra y calidad de la figura humana de Urbano Cortina van imponiéndose lentamente al inmerecido olvido en que han ido sumiéndose ambas en los últimos años. Una recuperación en la que es fundamental la tenacidad de su viuda, Carmen Martínez, pero también la labor de un puñado de amigos y admiradores de quien es conocido como "el pintor de la montaña asturiana". "Le perjudicó su extraordinaria modestia, sobre todo comercialmente, pero el genio sale pese a las circunstancias", aseguró ayer el escritor y profesor Agustín Guzmán Sancho.

Es el autor del libro "Urbano Cortina. Pintor de la montaña asturiana", primera monografía sobre un creador, nacido en El Llano el 24 de junio de 1934, que hizo de la pintura -y también de su muy cultivada afición a la montaña, ojo- una manera de estar y ver el mundo. "Creo que merece un homenaje de su ciudad, bien con una calle o colocando su busto (está ya tallado) en algún lugar del parque Isabel la Católica", pidió ayer, entre otros, Agustín Guzmán Sancho.

El libro, que incluye una biografía del pintor, así como reproducciones de algunas de sus obras y una selección de reseñas sobre sus exposiciones (también una bibliografía para quien quiere profundizar en el estudio de Urbano Cortina), se presentará el próximo 5 de febrero, martes, en el Ateneo Jovellanos. Junto a Agustín Guzmán Sancho, intervendrán el periodista Carlos Rodríguez y Víctor Moreno, responsable del diseño del volumen y de una página web sobre el creador fallecido. Las cenizas de Urbano Cortina, a quien el crítico Villa Pastur consideraba un "maestro del paisaje, descansan en el Pico Fario, con vistas a Gijón y los Picos de Europa.

"Este personaje humilde, modesto y sencillo ha sido todo un descubrimiento", afirmó el autor de un libro que defiende la calidad de una pintura que enlaza, en algunos aspectos, con cierto paisajismo de Evaristo Valle y Nicanor Piñole. Villa Pastur habló del "realismo visionario" de Urbano Cortina, mientras que Víctor Alperi lo situó entre las coordenadas de una figuración de ecos mágicos. "Pocos nombres en Asturias, incluso en toda España, se pueden poner a su lado cuando se habla del paisaje", dijo el fallecido escritor mierense. El Museo de Bellas Artes de Asturias incorporó hace cuatro años cinco obras del pintor donadas por su viuda.

Pintor autodidacta (la muerte de su padre le obligó a hacerse cargo de la familia y abandonar sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando), Urbano Cortina fue un insatisfecho que cultivaba el perfeccionismo. "Soy un pintor malísimo", llegó a declarar en una entrevista. Y un solitario que buscaba en las montañas esa rara perfección.

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