La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las heridas de una ausencia prolongada

Cuatro años sin noticias de Yolanda García

"Es un drama que no sale de nosotros y que nos tiene muy mal", confiesa Mario García, padre de la profesora de Filosofía de Nuevo Gijón desaparecida en 2015 sin dejar rastro

A la derecha, Mario García Quintana, padre de la desaparecida, posa junto a Santiago Bravo, tío de Yolanda, en 2015. Juan Plaza

Hay heridas que no se cierran nunca. Ni por muchos años que pasen. La familia gijonesa García Bravo, vecinos de Nuevo Gijón, no pierden la esperanza de encontrar a su hija Yolanda, desaparecida sin dejar rastro el 5 de febrero de 2015.no pierden la esperanza de encontrar a su hija Yolanda, desaparecida sin dejar rastro el 5 de febrero de 2015 "Te vas haciendo a la idea, y damos por hecho que está muerta, pero queremos encontrar su cuerpo para tener un sitio en el que llorar, al que ir a llevar flores y quedar medianamente satisfecho; estar así es sangrante", confiesa su padre, Mario García, que desde hace cuatro años no ha dejado de buscar.

Todo ocurrió un día de temporal. Yolanda García Bravo, profesora de Filosofía y entonces de 47 años, había ido a comer con sus padres a la casa de estos. Todo iba bien. Después de almorzar, y con el pretexto de recoger unos libros, dijo que salía un momento a su casa y que luego volvía. Pasaban las horas y sus padres, ahora de 77 y 75 años respectivamente, comenzaron a extrañarse. Dos horas después de ausentarse, sus padres acudieron, en compañía de un familiar, a su casa, muy próxima a la suya. Nadie respondió al timbre. Los temores se confirmaron con el paso de los días. Su hija Yolanda había desaparecido. "Fue algo que nos cogió de improvisto, no esperábamos algo así, no pensábamos que estuviese tan mal", reflexiona ahora su padre, Mario García, cuatro años después.

Tras denunciar su desaparición comenzó la investigación policial, que corrió a cargo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev). Mientras, la familia de la profesora gijonesa también comenzó a movilizarse. "Repartimos carteles, hablamos con la gente, nos entrevistamos con muchos pescadores por si alguien pudiera encontrar alguna pista, pero nada; sí hubo gente que dijo verla en otros sitios, pero eso no llevó a nada", recuerda Mario García.

También se realizaron batidas por las zonas en las que se la había visto por última vez y se utilizaron perros de rastreo. Su fotografía, además, se publicó en los medios de comunicación para lograr pistas que permitieran conocer lo que ocurrió aquel día. Pero nada de lo hecho dio resultado.

Los agentes de la Udev, según confirman fuentes policiales, mantienen abierta la investigación, tanto la de Yolanda como la de las otras tres personas desaparecidas en la ciudad desde la última década: Pedro Matías Sánchez Riesgo (desaparecido en 2009 a los 32 años), Lorena Torre (en 2018, a los 40 años) y María Josefa Carnerero (en 2018, a los 45 años). "Estoy en contacto con los agentes de la Udev, cada poco hablamos y siempre nos atienden muy bien, y yo también entiendo que tienen que trabajar en más casos, pero solo quiero que a mi hija no se la olvide", sostiene García.

La hipótesis principal en el caso de Yolanda fue la desaparición voluntaria por su tendencia a la depresión. Los paseos que daba con su padre habitualmente por la costa y su gusto por el mar hacen pensar que pudiese haber acabado en el agua. "Pensamos que se tiró al mar, que la marea la arrastró o la empotró contra una roca, pero no tenemos la certeza de que eso ocurriera así", lamentan Mario García y su cuñado, Santiago Bravo.

Ahora, cuatro años después de su desaparición, este matrimonio gijonés vuelve a alzar la voz. Casi como una terapia. "Es algo que nos tiene muy mal, tanto a mí como a mi mujer y a toda la familia porque los recuerdos no se van, siguen ahí; lo que se va acabando es la esperanza", lamenta Mario García, que siempre tuvo una gran relación con ella.

Desde entonces, cada vez que hay un caso de desaparición en Gijón, Asturias e incluso en el resto de España, los recuerdos se agolpan como un azote. Un nuevo golpe de angustia y realidad. "Es un drama que no sale de nosotros", reflexiona el padre de Yolanda García, que no pierde la esperanza de encontrar su cuerpo.

Compartir el artículo

stats