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La reforma de los Jardines de la Reina motivará el derribo del kiosco, de 1922

"Para nosotros tiene mucho valor sentimental, no entiendo las prisas por que marchemos", lamenta Ignacio González, tercera generación en el local

Ignacio Luis González Villa, ayer, ante el kiosco de los Jardines de la Reina. JUAN PLAZA

La reforma que prevé realizar la Autoridad Portuaria de Gijón en los Jardines de la Reina se llevará por delante el emblemático kiosco de prensa, ubicado entre las palmeras de 1922. Una decisión que motivará el cierre del negocio que desde hace medio siglo gestiona la familia Villa. "Nos han dicho que no les encaja el kiosco en el nuevo proyecto, no podemos hacer nada porque nos quieren echar cuanto antes; no entiendo qué molesta un kiosco ahí", lamenta Ignacio Luis González Villa, la tercera generación de su familia que reparte la prensa diaria, revistas y otros artículos a decenas de gijoneses.

La cesión del kiosco por parte de la Autoridad Portuaria fue a parar a una familia que a su vez se lo cedía a los Villa. El primero en gestionarlo, hace 50 años, fue Roberto Villa Fernández, y desde hace dos décadas es Ignacio Luis González quien lleva el timón. "Empecé a escuchar que me querían echar y al poco me vinieron a exigir las llaves, pero no las he dado porque tengo contrato hasta marzo", explica Ignacio Luis González que paga un canon anual de 900 euros y otros 230 euros por explotar el kiosco. "Algo se me escapa porque no entiendo las prisas que tienen cuando ni siquiera han sacado el proyecto a licitación, además me han presionado", relata el kiosquero, que asegura que la pasada semana acudieron dos agentes de la Autoridad Portuaria a ponerle una sanción de 400 euros por no entregar las llaves cuando se lo habían requerido. La explotación del kiosco, explica, era hasta 2027, pero la beneficiaria "me ha dicho que ha renunciado a ella y que nos tenemos que ir".

Ignacio Luis González es consciente que el kiosco tiene las horas contadas, pero, al menos, "quiero que se sepa lo que ha pasado". "Llevamos aquí toda la vida, no hay más kioscos por la zona y atendemos a muchísimas familias, además durante los últimos años solo me he ocupado yo del kiosco, hasta haciendo obras porque había goteras que llenaban cubos y cubos de agua cuando llovía", relata. "Para nosotros tiene un gran valor sentimental, aquí ha estado toda mi vida la vida, de hecho casi murió aquí mi madre; y ahora me quedo sin trabajo y con dos niñas", reflexiona González Villa.

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