La esperanza de vida en el Chad, ubicado en el corazón de África, apenas llega a los 47 años. Con más de 200 grupos étnicos conviviendo en el mismo territorio, los enfrentamientos violentos son frecuentes y las condiciones de vida, de extrema dureza. Pero gracias al entusiasmo de un nutrido grupo de escolares asturianos, los niños de la comunidad de Bébalem podrán acceder a un programa nutricional, y sus madres, a formación que les permita trabajar y salir adelante.

Más de 350 alumnos de once colegios y parroquias del Principado participaron durante todo el día de ayer en el Festival de la Canción Misionera, una iniciativa que permite que a través de la música se siembren semillas de esperanza en los rincones del mundo con más necesidad. Los escolares, de las parroquias gijonesas de Fátima, San Pedro, San Vicente de Paúl, San Lorenzo, el Corazón de María, el Patronato de San José, la Unidad Pastoral de Avilés, la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Mieres, Santa María de Noreña, Nuestra Señora del Buen Consejo de Avilés y el Colegio La Milagrosa de Oviedo, llenaron de canciones misioneras el patio del Patronato de San José, que se quedó pequeño para una iniciativa eminentemente solidaria.

Porque cada niño aportó lo que pudo de su propia hucha para hacer realidad el proyecto de las Hermanas de la Caridad en este país africano. Al final se recaudaron 565 euros, algo más de los 400 que se necesitaban para el programa que facilitará la alimentación a niños malnutridos, debido a la pobreza generalizada en la que viven los pequeños y sus familias. De hecho, es frecuente que las mujeres y los niños se queden solos al salir los padres a las ciudades a buscar sustento, lo que hace que las madres se queden al cargo de toda la familia sin recursos para alimentar a los pequeños.

Otros pequeños que atienen las Hermanas son huérfanos, y muchos están enfermos de males como el paludismo o las diarreas, con un aumento además este año del número de nacimientos de niños gemelos e incluso trillizos que hacen que las necesidades se multipliquen.

Once centros

Pero también lo hace la colaboración, porque este año "ha sido de récord, con más niños y centros que nunca", explicaba Martina González, la coordinadora de Misiones en Gijón, con la presencia incluso de la parroquia de San Nicolás de Bari de Gijón como invitada para animarla a participar el año que viene, en un evento que no deja de crecer.

De hecho, "este año tuvimos que sacar el festival del salón de actos al patio", relataba González, ante la gran concurrencia de grupos que pusieron en escena un amplio repertorio de canciones misioneras en una competición en la que se entregaron varios premios: a la mejor música y letra original, a la mejor letra, coreografía, música, vestuario, espontaneidad, esfuerzo, creatividad, espíritu misionero, escenificación y sentido de equipo. Al final, el mejor premio fue para todos ellos poder colaborar con los niños de Chad, lejos en el mapa pero muy cerca en el corazón.