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La vida oculta del Botánico

Un grupo de ornitólogos recorre el jardín para identificar las casi cien especies de aves distintas asentadas en la zona

Un grupo de patos.

El Jardín Botánico de Gijón alberga a casi cien especies de aves distintas, decenas de variedades de pequeños y medianos mamíferos y centenares de insectos todavía sin catalogar. En un intento por poner en valía la riqueza "todavía muy desconocida" de la fauna local, Amador Vázquez, del colectivo ornitológico "Carbayera del Tragamón", dirigió ayer una nueva visita guiada por las inmediaciones del jardín junto a una decena de interesados que, entre otros, pudieron ponerle cara al trepador azul, un ave vista por primera vez hace dos años en la ciudad y que, ahora, pasea por el Botánico acompañado de una posible pareja. "Si conseguimos que hagan aquí el nido, pronto tendremos una nueva especie asentada en un entorno protegido", agradeció el guía.

Por la época del año, los aficionados a la ornitología pueden avistar estos meses, además de las especies más comunes de la zona cantábrica -como los carboneros, los herrerillos y las garzas-, algunos ejemplares que se encuentran sólo de paso por la zona para escapar del frío de sus hábitats naturales en el norte de Europa como, por ejemplo, las anátidas y los estorninos.

La visita de ayer, que se saldó con el avistamiento de unas diez o doce especies de aves distintas, repasó también varias madrigueras abandonadas de tejones y zorros, que excavan entre las raíces de árboles veteranos. Junto a las rutas se encuentran también un par de nidos de jinetas y garduñas, capaces de perforar el cuello de roedores y conejos que superen su propio tamaño y de trepar por las cortezas de los árboles para cazar a cuervos en sus dormideros. En casi todos los troncos, además, los más atentos podrán ver pequeños orificios atravesando la corteza, que son las marcas dejadas por los pájaros carpinteros cuando cazan las larvas y la carcoma.

Vázquez considera que, en general, la riqueza del Botánico todavía pasa a veces desapercibida. "El jardín es conocido, sobre todo, por su flora, porque está divido en sectores que separan los distintos tipos de vegetación según los climas. Cuando explico que tenemos 26 especies distintas de libélulas o que se acaban de censar cinco variedades diferentes de murciélagos, la gente alucina", aseguró el ornitólogo, que adelantó también que espera poder contar pronto con un ayudante que le traduzca las visitas en inglés. De momento, una buena candidata es una de las participantes en la visita de ayer, Debora Losa de Block, una holandesa afincada en la región desde hace algo más de un año. La joven, que quiere poner en marcha un blog sobre ecoturismo por sentirse "maravillada" por los paisajes de montaña de Asturias, aseguró que conoce a varios conocidos extranjeros que no participan demasiado en las actividades turísticas del jardín por estar conformes con las alternativas traducidas a su idioma.

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