La edición gijonesa de LA NUEVA ESPAÑA cumplió el pasado 1 febrero veinticinco años de cita diaria con sus lectores. Una fecha redonda que da pie a la serie de debates que, bajo el epígrafe "Un cuarto de siglo con los gijoneses", organiza el Club del diario en la ciudad y que tuvo ayer un capítulo de relieve con la participación de cuatro de las más activas asociaciones culturales gijonesas en un debate sobre su trayectoria, claro, a lo largo de esas dos décadas y media. Pero también sobre un presente de transformaciones de todo tipo, en el que se necesitan las luces largas que puede aportar la cultura, y un futuro que asoma a la vuelta de la esquina con sus incertidumbres y retos. Los cuatro representantes invitados ayer a exponer sus opiniones (Ángel Alonso, por el Ateneo Obrero; Isabel Moro, presidenta del Ateneo Jovellanos; Ovidio A. Rozada, de la Sociedad Cultural Gijonesa, y Orlando Moratinos, secretario de Foro Jovellanos) tuvieron una coincidencia de fondo: las entidades y tribunas culturales tienen el claro papel, al igual que sucede con los periódicos, de crear una ciudadanía formada y libre.

La obra de la cultura a lo largo de los siglos, aunque su trabajo constructivo sea socavado en ocasiones por la barbarie y haya que comenzar de nuevo. El debate fue moderado por el director de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, Francisco García. Éste aprovechó la ocasión, además, para felicitar a Luis Miguel Piñera, director del Club, por el galardón que le acaba de conceder el Ayuntamiento de Gijón: Medalla de Plata de la ciudad. Expresión en la que coincidieron los cuatro invitados. Es más, Isabel Moro pidió incluso que se estudie el nombramiento de Piñera como cronista oficial de Gijón, puesto vacante hace años.

Cada uno de los representantes de las asociaciones culturales tuvo una primera intervención en la que hizo repaso de la historia de su entidad, del contexto social e histórico en que surgió y cómo fue afianzándose en una ciudad de larga querencia asociativa. Lo recordó Moratinos: en Gijón hay más de mil asociaciones. Los intervinientes fueron concordantes, además, en el papel que ha jugado LA NUEVA ESPAÑA de Gijón en ese cuarto de siglo como notaria y altavoz de las actividades culturales de cada asociación.

Abrió turno Ángel Alonso que detalló los muchos frentes culturales y sociales que ha cubierto el centenario Ateneo Obrero, refundado en 1981. Desde el ajedrez y el republicanismo, a la literatura o la llamada "memoria histórica"; desde la difusión del asturiano al grupo "Eleuterio Quintanilla". "Hemos tenido un amplio respaldo en nuestras actividades y el reto de seguir ganándonos su confianza", afirmó.

Isabel Moro siguió el arco histórico del Ateneo Jovellanos, fundado en 1953 por el exministro Torcuato Fernández Miranda en sus tiempos de rector de la Universidad de Oviedo. "Y fue para dotar a Gijón del foco cultural del que la ciudad carecía", explicó. "No nació para combatir la dictadura (franquista), pero hizo pequeños guiños a la libertad", añadió . Recordó algún tramo difícil y agradeció el trabajo que hizo como presidente José Luis Martínez. "Somos una institución abierta a todas las ideologías, que se ha ido adaptando", dijo.

"Asturias y Gijón pueden presumir de ser cultas", subrayó Ovidio A. Rozada. La Cultural Gijonesa estuvo en la oposición al franquismo. Fue una de las entidades que animó los históricos "Día de la Cultura". Rozada defendió la cultura como herramienta de construcción de identidad colectiva, vinculante, y como oxígeno para el ejercicio de la ciudadanía crítica. "Creo que (la Cultural) ha sabido enraizarse con los nuevos ritmos sociales de la democracia", subrayó.

El Foro Jovellanos empezó a alentar al poco de la salida de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. Moratinos recordó los lazos que unen a la entidad con otras asociaciones y el firmamento de su función: "Nuestra misión consiste en no dejar en saco roto la obra del gran ilustrado", indicó, en referencia al polígrago gijonés. Libros, viajes, boletines, un premio de ensayo... Y un aviso: "De Jovellanos se habla mucho, pero se conoce menos".