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Tres décadas dando caña

El grupo de rock gijonés "Los Cohetes" ofrece un concierto mañana para celebrar los treinta años de su fundación

Por la izquierda, Rober Egocheaga, Rafa Victorero, Pedro Riestra y Mauro Regueiro, ayer, en las inmediaciones del puerto deportivo de Gijón. MARCOS LEÓN

"Los Cohetes", el grupo gijonés de rock and roll, celebra este año tres décadas desde su fundación. Con este motivo los cuatro integrantes originales de la banda, una de las más importantes en el panorama regional de los noventa, ofrecen mañana a las 21 horas un concierto en la sala Acapulco en el que revivirán lo mejor del rockabilly.

"Los Cohetes" -Mauro Regueiro (bajo, contrabajo y coros), Pedro Riestra (guitarra), Rafa Victorero (batería) y Rober Egocheaga (vocalista)- despegaron en el año 89, en un momento de efervescencia musical en la ciudad. Empezaron a tocar en directo como un hobbie, pero la experiencia les absorbió de tal manera que en el año 1993 habían ofrecido ya más de doscientos conciertos y "pasaban más tiempo de bolos que ensayando".

Su referente inmediato eran "Lucas y los Patosos", el grupo del hermano de Rober, Javier Egocheaga, una de las bandas regionales de rock más conocidas en los 80. "Nosotros nacimos rodeados de discos de rock que no tenía nadie. Johnny Burnette, Elvis Presley, Carl Perkins... nuestros ídolos eran los rockeros de los 50", explica Rober, el cantante del grupo. Además de los grandes maestros del rockabilly, su estilo coqueteaba con el blues o el swing, "porque nunca quisieron encorsetarse en un estilo en concreto".

Los noventa fueron para ellos los "años más felices", en los que la música en directo era una forma de vida y "no había restricciones de horarios ni de ruido". "Llegamos a hacer cien conciertos al año. Los locales sabían que para localizarnos sólo tenían que llamar al Savoy y ahí estaríamos. Fueron años en los que la gente amaba de verdad la música en directo", recuerdan.

Vestían con chupas de cuero y llevaban el pelo engominado y con patillas largas, al estilo rockero de la época, y, cuando podían, se traían la ropa de tiendas londinenses en las que se vendía al peso "porque aquí no había nada".

Tras diez años de andadura el grupo se disolvió, cuando uno de los integrantes, Pedro Riestra, se fue a vivir a Palma de Mallorca. Además, reconocen, "ya estaban un poco saturados" de tanto concierto. "Para nosotros esto nunca fue un trabajo, éramos nosotros. Lo hacíamos para pasarlo bien, nunca buscamos ser estrellas del rock", explican.

Treinta años después, todos siguen tocando en diferentes grupos y su pasión por la música continua intacta. Eso sí, ahora dicen ser "más serios": "Antes era todo energía y pasarlo bien. Ahora sonamos con más calidad; son muchos años tocando y somos mejores músicos".

Siguen reuniéndose cada poco, "cuando hay algún bolo guapo" y cuando las circunstancias (Riestra vive en Mallorca) lo permiten. El concierto de mañana será su primer encuentro después de dos años. "Volver a tocar es maravilloso. Nos reímos, nos carga las pilas, es algo bueno que después de treinta años podamos seguir juntándonos", afirman.

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