Es un hombre abatido por el poder. Es educado, leal y bueno. No comprende esta maniobra que le impide luchar por su supervivencia. Lleva veinte años trabajando en las condiciones más adversas, sin quejarse. Y de pronto todo se le viene encima.
- Defínase, por favor.
-Tengo cuarenta y un años, dentro de diez días, cumplo cuarenta y dos. Estoy casado con Noelia y tenemos dos hijas. Estudié Empresariales.
- ¿Le echan del quiosco?
-Parece que sí?
- ¿Cuándo llegó a sus manos?
-Es de mi familia desde hace cincuenta años. Lo gobernaban mis padres y mis tíos; yo me crie en él. Mis padres tenían otro, en la plaza del Carmen, el de al lado de la joyería Roibás, pero cuando lo desalojó el Ayuntamiento hace diez años, quedamos aquí. Yo llevo trabajando en éste desde hace veinte años.
- ¿Lo lleva usted sólo?
-Tengo un chico que me ayuda?
- ¿Cómo se enteró que la Autoridad Portuaria quería tirarlo?
-En el mes de septiembre del pasado año, vino una señora de avanzada edad y me dijo, "así que os van a tirar el quiosco?" Le pregunté a la arrendadora y me respondió "hay rumores?" Y partir de ahí se desencadenó todo.
- Vamos por partes? Si tiene usted contrato con la arrendadora, ¿qué pinta la Autoridad Portuaria en el caso?
-Hubo una reunión a mediados de diciembre de esa señora con la Autoridad Portuaria, y la señora renunció a la concesión voluntaria, cuyo contrato se alargaba hasta 2025. Ahora tengo un plazo hasta el 31 de marzo para abandonarlo. Vino la policía portuaria y me puso una multa de 400 euros, porque estaba ocupando suelo público.
- ¿La pagó?
-No. La tengo en manos de mi abogado.
- ¿Tiene una renta muy alta?
-De trescientos euros al mes. Son siete metros cuadrados, y no tienen servicios higiénicos, ni agua corriente.
- ¿Se ha dirigido a usted la Autoridad Portuaria?
-No, fui yo a verlos. Me recibió Carlos Mateos, el director de Dominio Público, encargado de relaciones, y me dijo que en la zona no iría ningún quiosco. Que me recibía por humanidad. Le pregunté que si volvía con mi abogado porque yo no entendía lo que estaba diciendo.Y me respondió que si hablábamos de abogados me echaba del despacho. Y me echó.
- Pero parece que han reculado?
-Yo creo más bien que están diciendo que van a hacer un quiosco nuevo para aplacar la presión social, y luego ya veremos.
- Se armó un revuelo que no esperaban?
-Sí, tenemos una clientela muy fiel, y de muchos años. Salen del quiosco a diario trescientos periódicos, y por el verano muchos más. Cumplimos un servicio que la gente agradece, somos una referencia en la zona, tenemos las llaves de varios vecinos por si las pierden?
- Es todo muy raro? Que esa señora renuncie voluntariamente a cobrar una renta? ¿Está usted disgustado?
-Sí, mucho, me quedo sin trabajo y como soy autónomo no tengo paro. El vecindario dice que están recogiendo firmas, quieren manifestarse, comentan que quieren cortar la carretera y me dan muchos ánimos.
- Suponiendo que sea cierto que van a edificar otro quiosco, ¿Qué condiciones calcula?
-Hablan de veinticinco o treinta mil euros. Yo no los tengo. Con los veinte céntimos que nos deja cada periódico no puedo enfrentarme a esa cantidad. Y en esas condiciones no creo que se presente nadie. Son medidas de presión para que abandone.
- ¿Y qué va a hacer?
-Resistir. Tengo contrato hasta el 31 de marzo. Me levanto todos los días a las cinco de la mañana. Y cierro al mediodía. Las tardes se las dedico a mis hijas.
- ¿Dónde dicen que van a edificar el nuevo quiosco?
-Cerca de las letronas. Pero soy escéptico, creo que es una cortina de humo para que pase la presión social.
- ¿Qué vende además de la prensa?
-Revistas y chuches, menos. Nos ha hecho mucho daño internet.
- Bueno, espero que llegue a buen puerto la decisión de la Autoridad Portuaria y que tenga usted un quiosco nuevo y con servicios higiénicos y aire acondicionado.
