La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Gijón en retrovisor

El PSOE perdió la mayoría absoluta con Areces en el Ayuntamiento

El nuevo alcalde se negó a integrar en la Comisión de Gobierno a sus excamaradas comunistas Inolvidable mitin de Alfonso Guerra en El Bibio

El concejal Eleuterio Bayón entrega el bastón de mando al alcalde Areces. LNE

Desde aquella tumultuosa asamblea de la Agrupación Socialista de Gijón del 21 de marzo de 1987, en el gran teatro de lo que por entonces denominaban Centro de Enseñanzas Integradas que fue presidida por el abogado laboralista José Ramón Herrero de Merediz -relevante militante comunista que se había ido de la histórica asamblea del Partido Comunista en Perlora protestando por la falta de democracia interna y que encontró nuevo acomodo político en la "casa cosa común del PSOE", como tantos otros militantes de la Liga Comunista Revolucionaria que buscaron un lugar para su supervivencia económica- en la que Vicente Alberto Álvarez Areces quien todavía no era militante del PSOE obtuvo -gracias al apoyo del aparato que estaba controlado por comunistas- solamente 18 votos más que José Manuel Palacio que sí era militante del PSOE, toda la maquinaria electoralista se puso en marcha con la eficacia de una apisonadora.

Los comunistas siempre han sido grandes expertos en este tipo de estrategias electorales, aunque actualmente ante la falta de nivel intelectual de sus dirigentes todo sea un espejismo: los resultados electorales hablan por sí solos. Como el diario local no estaba por la labor de apoyar a Areces -dado que le debía grandes favores al alcalde José Manuel Palacio- mucho antes que Chaves, Maduro y Pablo M. Iglesias, Areces ya montó su aparato de propaganda mediática en la frecuencia ideológica de "Radio Kras", como gran alternativa de comunicación. Con el paso de los meses se daría cuenta de su gran error.

El concejal Luis Aurelio Sánchez no pudo defender de las injurias contra él al negarle el Congreso el suplicatorio. Las aguas estaban muy revueltas en aquel PSOE pleno de contradicciones internas, ya que al mes siguiente el Congreso de los Diputados se reunió, a puerta cerrada, para denegar la concesión del suplicatorio para procesar a Carmen García Bloise, por las supuestas injurias contra el concejal del PSOE Luis Aurelio Sánchez Suárez al que acusó de corruptelas económicas en el ejercicio de sus funciones, sin fundamento alguno. El acuerdo tomado por el Congreso de los Diputados se basó en la peregrina teoría de que había que respetar la libertar de los parlamentarios para expresar sus opiniones sin cortapisas. Pero lo que resulta evidente es que una cosa son opiniones y otra muy diferente son las acusaciones injuriosas, por lo que aquel vergonzante acuerdo dejó bien a las claras de qué iba cada cual. En definitiva al concejal Luis Aurelio Sánchez se le negó la posibilidad de defenderse de las injurias contra él ante los tribunales. Y así nos fue después. Una buena prueba de ello es la cantidad de juicios abiertos -algunos con sentencias ya- tanto de políticos del PSOE, como del PP que demuestran que no siempre actuaron con honradez en la defensa de los intereses generales de los ciudadanos.

Todo valía para promocionar a Areces. No solamente en Andalucía empezaban a pasar cosas así, mientras los demás miraban hacia otra parte, sino también en Madrid y aquí, en Gijón, fue otra de las primeras plazas en las que el aparato del PSOE -con su habitual funcionamiento de tácticas propagandísticas comunistas- tiró por la calle de en medio saltándose todas las normas habidas y por haber para favorecer la candidatura a la Alcaldía de Vicente Alberto Álvarez Areces. No era fácil entonces que un comunista fuese aceptado de buen grado en determinados ambientes sociales, pero Areces logró ser invitado por el presidente del Real Sporting, Ramón Muñoz, al palco presidencial, para asistir al encuentro contra el Real Madrid -¡qué tiempos aquellos!- lo que motivó la airada protesta de Francisco Álvarez-Cascos, en su calidad de socio de Sporting, como algo inaceptable por la politización que eso suponía, al ser Areces el candidato oficial del PSOE.

También en contra de las vigentes normas electorales, las calles de Gijón se llenaron de carteles propagandísticos de la candidatura de Areces, por lo que tras la denuncia interpuesta por Francisco Álvarez Cascos la Junta Electoral Provincial ordenó la inmediata retirada de toda la cartelería, dado que todavía no se había iniciado la campaña electoral, por lo que se trataba de actos ilegales de propaganda política.

En aquella campaña electoral hubo de todo, el incombustible Gerardo Iglesias -por entonces secretario general del Partido Comunista- que se permitía el lujo de andar de copas por Gijón sin escolta porque aquí se sentía muy seguro retó a Felipe a dar mítines en las cuencas y Santiago Carrillo se dio un paseo por las instituciones gijonesas en plan triunfador y hasta en su periplo institucional en su ciudad natal fue recibido en la Junta del Puerto por el entonces su presidente Enrique López González. Inolvidable fue el mitin electoral en la plaza de toros cuando el todopoderoso Alfonso Guerra -a quien acompañaron en la tribuna presidencial Pedro de Silva y Areces- en uno de sus fascinantes discursos dijo aquello de que si doblásemos el mapa Andalucía y Asturias se abrazarían. No le faltaba razón, desde luego. Claro que hay abrazos con los que te roban la cartera y algo más también.

El PSOE perdió la mayoría absoluta en Gijón. En aquellas elecciones municipales, el PSOE padeció un gran revés en las urnas con una sangría de votos que le hizo perder la mayoría absoluta en el Ayuntamiento, a causa de la fuerte división interna en la Agrupación Socialista de Gijón. José Manuel Palacio advirtió entonces aquello de que el pueblo no era tonto a la hora de votar. Y no solamente eso, sino que también la buena relación existente hasta entonces entre el PSOE y el Partido Comunista se quebró ya que Areces se negó a integrar en la Comisión de Gobierno a sus antiguos camaradas comunistas, por lo que solamente fue elegido con los once votos del PSOE quedando así sin el respaldo de los comunistas que habían dado una gran estabilidad política durante los últimos ocho años a la gobernabilidad del Ayuntamiento.

Areces, siempre optimista. A pesar de los malos resultados electorales y de la ruptura de consensos con los grupos de la izquierda, en su toma de posesión como alcalde Vicente Alberto Álvarez Areces -siempre con la sonrisa de oreja a oreja, aunque soplasen malos vientos- no dudó en afirmar que había que recuperar el clima de esperanza, sin caer en derrotismos. De ahí que anunciase que había que combatir las políticas regresivas y acercar más el Ayuntamiento a la ciudadanía. No le faltó recordar que para él era un honor asumir el mando en la ciudad en la que había nacido hacía 43 años. Ni tampoco se olvidó de menospreciar la labor realizada por Palacio, al clavar su espoleta política al decir que su gestión era mejorable, olvidándose de que su antecesor puso los cimientos para la modernización de la ciudad. De ahí que abogase porque en esta nueva etapa que se abría había que afrontar todos los problemas con una mentalidad y una actitud distinta. En su traca final abogó por una mayor libertad, una mayor justicia social y una mayor calidad de vida para la ciudad, para lo cual pidió entonces una mayor participación popular. Por promesas que no quede.

Compartir el artículo

stats