María del Carmen Covadonga Donate Vigón -la popular hermana Covadonga-, cofundadora del Albergue Covadonga, falleció este domingo en Ciudad Real a los 91 años. Nacida en La Felguera el 7 de septiembre de 1928, la religiosa destacó siempre por su extraordinaria sensibilidad hacia los más desfavorecidos, lo que la hizo merecedora, entre otras distinciones, de la medalla de Plata del Ayuntamiento de Gijón en el año 2009. Fue poco antes de su traslado a la residencia de la congregación de las Siervas de los pobres en Ciudad Real, a la que se retiró tras una larga vida de dedicación a los demás, junto a otras dos hermanas del Albergue: María Nieves y Berta García. Allí falleció y allí se celebró, ayer, el funeral por su eterno descanso.

La religiosa ingresó en la comunidad de las Siervas de los Pobres en 1952, y desde su vocación religiosa se entregó por entero a los desfavorecidos en barrios degradados de la periferia madrileña como Pueblo Nuevo, La Ventanilla y el Pozo del Tío Raimundo, para trasladarse después a Zaragoza y aterrizar desde allí en El Natahoyo en 1971, donde su primera ocupación fue la de trabajar en un dispensario.

Posteriormente sería cofundadora, junto al jesuita Francisco Herrero y al laico Tomás Marcos, del primitivo Albergue Covadonga que abrió sus puertas el 4 de enero de 1988 en los locales del antiguo matadero municipal de la calle Mariano Pola, con el objetivo de dar un techo a quienes dormían al raso y una comida a quienes tenían hambre.

A lo largo de su vida desarrolló una ingente labor solidaria que le valió una medalla de plata de la ciudad con la que se reconocieron sus cuatro décadas de "trabajo sin desmayo con enorme generosidad, humildad, alegría y discreción".

Además la hermana Covadonga Donate recibió en 2002 el premio "Atalía" de la Asociación de Vecinos "Atalía" de El Natahoyo, así como el galardón "Ángel Rubio Ballesteros" de la Sociedad Cultural Gijonesa en 2007. Una muestra del reconocimiento de toda la ciudad y desde todos los frentes, porque la religiosa tampoco se quedó al margen de los conflictos del sector naval en los años ochenta.

"Ofreció apoyo, ayuda y solidaridad a los trabajadores cada vez que se producía algún encierro en los astilleros", recordaba ayer la directora actual del Albergue, Cristina Avella, quien quiso recordar cómo "la hermana trabajó, sin hacer ruido, por el bienestar de los demás, por El Natahoyo y por Gijón". Cuarenta años que han dejado profunda huella en la villa de Jovellanos.