El Circo del Sol o Cirque du Soleil (el nombre con el que nació en Montreal, en Canadá, hace tres décadas y media) es sinónimo de originalidad y de una revolucionaria concepción de sus espectáculos. Apabullan las cifras de sus representaciones, que se cuentan por grandes éxitos: más de 190 millones de espectadores en más de 450 ciudades de unos cincuenta países de todos los continentes. Gijón suele ser una de sus paradas estivales. Volverá el próximo 1 de agosto, cuando levantará sus carpas en el muelle de La Osa, en El Musel. Y lo hará con "Kooza", una propuesta que esta gran compañía (unos 1.400 artistas y casi 4.000 empleados, una auténtica multinacional de la excelencia sobre pista) ha resumido como un homenaje al circo tradicional.

"Kooza", como todas las singulares creaciones del Circo del Sol, tiene sus secretos. Hay que ver el espectáculo en directo, claro, pero los admiradores de esta compañía empeñada en la renovación de disciplinas podrán ver algunas de las interioridades de esta propuesta en una exposición que está previsto inaugurar el próximo viernes en el gijonés Centro Antiguo Instituto. Una ocasión para acercarse a los entresijos de una historia con la que la compañía ha querido "redescubrir sus orígenes".

La muestra, en cuya apertura participará Genevieve Miranda, que pertenece al departamento de vestuario de Circo del Sol, incluye elementos audiovisuales sobre los procesos creativos que están en el origen de los espectáculos de la compañía. Pero también diversos materiales del sorprendente vestuario de "Kooza". La exposición se completa con fotografías y datos de las instalaciones de Montreal, que es el laboratorio de unas creaciones siempre sorprendentes por su potencia expresiva. De la luz a la música, de los ropajes al uso del espacio escénico, las propuestas de Circo del Sol están siempre al servicio del público y de los artistas que hacen posible el encaje de los diversos números en una historia narrativa y estilísticamente coherente.

"Kooza" no es una excepción. Otra descripción del espectáculo: "Una explosión de colores". Circo del Sol ha tratado de mostrar aquí la senda de un autodescubrimiento. Y lo hace por la suma de dos de las más arraigadas tradiciones del mundo del circo: la alegría de los payasos y la dificultad de las acrobacias. Y con la participación de un elenco internacional de 50 acróbatas, además de músicos, actores y cantantes. La exposición gijonesa que se inaugurará el próximo viernes permitirá preparar la mirada para el futuro deslumbramiento.