La Ciudadela de Celestino Solar o Capua, espacio etnográfico gijonés que ilustra uno de los modelos de vivienda obrera que hubo en la ciudad a finales del siglo XIX y buena parte del XX, tuvo 40.000 visitantes a lo largo del último año. Una cifra alta que da idea de la curiosidad por ver esta instalación singular, que fue reabierta a finales de enero del año pasado tras una notable rehabilitación y una puesta al día para su uso museístico.

"Lo que tratamos ahora es de recuperar la memoria humana de la ciudadela", explicó la historiadora Nuria Vila, la persona que desde el Museo del Ferrocarril de Asturias ha investigado con mayor atención y profundidad esta construcción de 1877 que aún se conserva en la calle Capua. Un ejemplo de esa tarea es la exposición "Les muyeres de la ciudadela", que está previsto inaugurar el próximo día 28.

La joven artista mierense Alicia Fernández ha hecho una serie de dibujos en los que recrea, a través de varios testimonios de antiguas vecinas, cómo era la vida en la ciudadela. "Los testimonios de las mujeres son más ricos porque son las que más sabían de la vida cotidiana en las casas y en el patio; son las que están todo el día allí", indicó Nuria Vila. Testimonios y fotos -las pocas que aún se conservan- para tratar de documentar una página de la vida de la clase obrera gijonesa.

En la ciudad llegaron a construirse, según algunos estudios, hasta doscientas ciudadelas, más o menos. La de Capua o Celestino Solar está considerada la más representantiva. Formada por un total de veintitrés casas, se levantó en 1877 y estuvo habitada durante un siglo. Estas ciudadelas fueron una respuesta a la fuerte industrialización que vivió Gijón en la segunda mitad del siglo XIX y la creciente demanda de viviendas para los obreros. Las ciudadelas respondían a un modelo que se extendió por toda Europa: casas apiñadas en torno a un patio y cercadas, con muy precarias condiciones de habitabilidad.