El Antroxu ya llegó a la ciudad. O por lo menos a la zona Oeste, donde su tradicional pasacalles envolvió ayer el barrio de la Calzada de música, color y alegría. Y este año además contó con unas embajadoras muy especiales, las chicas del Telecable hockey sobre patines, recientemente ganadoras, entre otros títulos, de su cuarta Copa de la Reina. Las chicas, encargadas del pregón de inauguración, lanzaron un mensaje feminista y reivindicaron "la libertad para saltarse los estereotipos establecidos". "El Antroxu nos permite vivir y soñar de una forma que no hace tanto no estaba permitida. Como el deporte para las mujeres hace unos años, siendo el disfraz de hombre a lo que tuvieron que recurrir", sentenciaron.

La reivindicación también estuvo muy presente en el desfile de disfraces, organizado por diferentes entidades y Asociaciones de Padres de la zona. Es el caso de Mar de Niebla, cuyos integrantes denunciaron el maltrato animal invirtiendo los roles y emulando un zoo en el que los humanos se convertían en animales. Monos, leones, perros y gallinas protagonizaron este "roll playing", en el que muchos tiraron de imaginación para fabricarse los disfraces. "El traje me lo hice yo con una bolsa de basura y pinturas", explicaba Izán García, de once años, que iba vestido de dálmata.

Los chicos del colegio Federico García Lorca rindieron tributo a la región y diseñaron su propia "monarquía asturiana". Así, unos se disfrazaron de árbol emulando el Parque Nacional de Covadonga, otros se pusieron el traje de mineros, un grupo se vistió de pescador y otro de romería asturiana.

En el colegio Atalía el protagonista fue "Mister Potato", de la película "Toy Story", que cada uno de los chavales customizó a su manera. "A mí como me gusta mucho Harry Potter le puse una cicatriz y las gafas", señalaba Leo Couso, de siete años. El centró Príncipe de Asturias homenajeó a la película "Grease" y los disfraces de Sandy y Danny fueron los más populares entre los niños. "Voy de Sandy cuando se vuelve macarra. El traje era de mi madre", explicaba Lara Cuervo, de 11 años, que acudía al desfile con su amiga Paula Ibias, de 10.