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TOLI MORILLA | CANTAUTOR, CUENTA CON LA AUTORIZACIÓN DE BOB DYLAN PARA CASTELLANIZAR SU OBRA

El músico que asturianizó a Dylan

Autodidacta, con cuatro discos dedicados al maestro de Minesota, el cantautor vivió en una cabaña y, durante un tiempo, fabricó y vendió joyas

El músico que asturianizó a Dylan

Toli Morilla es un cantautor a medio camino entre el rock y la música tradicional asturiana. Entre sus méritos (tiene diez discos en el mercado y ha sido reconocido con el galardón "Meyor Cantar en Llingua Asturiana" de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias) está el contar con la autorización de Bob Dylan para versionar su obra en castellano y asturiano, que el artista ha llevado a cabo en cuatro álbumes y numerosos conciertos y espectáculos dedicados al maestro de Minesota.

Morilla nació en Oviedo en el año 1961 y se crió en la calle González Besada, en el "barrio sin nombre" o el de "la iglesia redonda". Creció escuchando a Bob Dylan y "Pink Floyd" y la primera guitarra que tocó pertenecía a Marina, su hermana pequeña. "Aprendí a tocar escuchando a Dylan. Me interesaban mucho sus acordes", recuerda el ovetense, que se formó en la música de manera autodidacta. "Para mí siempre ha sido el gran maestro, no sólo porque marcó un antes y un después en la historia de la música, sino porque renunció al éxito y al gran público por seguir su camino vital", afirma.

El propio Morilla también fue siempre fiel a su instinto. Con 16 años dejó el hogar familiar con 5.000 pesetas en el bolsillo, "en plan bohemio", y se buscó la vida viajando por el mundo, primero en la Costa del Sol, luego en Italia y, finalmente, en los Países Bajos. Entre tanto se casó, se mudó un tiempo a Madrid y tuvo una hija, Carmen, que hoy tiene 25 años y es historiadora.

Al volver a Asturias decidió que le vendría bien desconectar un poco, y se retiró a La Rubiera (Bimenes) "en plan loco de la colina", donde alquiló una cabaña que resultó ser la última del pueblo, casi en el monte. Allí se reiventó y se puso a trabajar como artesano con plata y azabache, haciendo joyas que luego vendía en ferias artesanales.

"Morilla siempre ha sido muy creativo, con mucho olfato y mucha imaginación", explica Jaime Poncela, uno de sus íntimos amigos de los últimos años, al que conoció en un bar de Gijón. "Siempre ha dado con la manera de buscarse la vida, ya sea con la guitarra o con lo que fuera", añade.

En lo musical sus contactos le ayudaron a abrirse al gran público. Uno de ellos fue José Ángel Hevia, con el que colaboró como guitarrista y ayudante de producción de sus discos. Con el dinero que ganó ("vendimos la música tradicional asturiana por todo el mundo") pudo grabar sus primeros trabajos de estudio.

El primero que recibió el gran aplauso de la crítica fue "Nueche d'insomniu" (2004), en el que utilizó textos inéditos de poetas asturianos contemporáneos y dio origen a un espectáculo teatralizado en el que desentrañó cómo fue el proceso de grabación y las sensaciones que lo habían inspirado.

Por esa época, cuando su hija Carmen cumplió los 10 años, se mudó a Gijón. La poesía volvió a estar muy presente en su siguiente disco, "Entropía" (2007), en el que musicó a autores como Luis García Montero, Xuan Bello, Marta Mori y Elvira Laruelo. El tema "Azul y gris" obtuvo el galardón al "Meyor Cantar en Llingua Asturiana" concedido por la Consejería de Cultura del Principado.

Cuando obtuvo la autorización de Bob Dylan para versionar su obra, sacó cuatro discos con canciones traducidas al español y al asturiano. "Muy poca gente puede presumir de algo así", afirma el artista, cuyo sueño sería tocar junto a su ídolo en su próxima visita a Gijón, para lo lleva recogiendo firmas en los últimos días. "Si lo piensas, Toli y Bob han llevado vidas paralelas. Ambos hacen rock pero sin olvidarse de la música tradicional de su tierra", afirma Poncela. Quién sabe si algún día la vida les hará encontrarse.

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