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Crítica / teatro

Feminismo y escena

La toma de conciencia sobre la necesidad de mantener la lucha por la libertad de las mujeres

Un momento de la representación.

"Una habitación propia", un ensayo basado en las conferencias de Virginia Woolf para jóvenes estudiantes sobre "las mujeres y la literatura". Y es que el sábado, en el teatro Jovellanos se habló de mujeres, mujeres y mujeres. Woolf se quejó de nuevo, como hizo en 1928: Las mujeres?¿pero no estáis hasta la coronilla de esa palabra? La escritora británica, ha sido una de las pocas que fueron publicadas durante la primera mitad del siglo XX, convertida a día de hoy en uno de los iconos del movimiento feminista.

"Le hemos pedido que hable de las mujeres y la novela". Fue entonces cuando Clara Sanchis tomó el relevo para convertirse en Virgina Woolf, con un vestido verde y zapatos color burdeos. Pero sería absurdo solo fijarnos en su ropa, caeríamos en el error de todas esas revistas del corazón cuando una actriz en el momento en el que recoge un premio, su vestido tiene más importancia que sus palabras y su trabajo. Aunque desde un enfoque actoral, es indudable el papel que juega la indumentaria: un color, un tejido o un olor pueden activar el esqueleto del personaje.

Subiendo las escaleras del escenario, clavaba la mirada en el público, tomaba aire y se humedecía los labios, pues sabía que estaba a punto de encabezar un discurso el cual no dejaría a nadie indiferente. Clara dejó su cuerpo y su voz al servicio de Virginia Woolf, porque no cabe duda que el monólogo ya era suyo, las palabras estaban tan interiorizadas que podías leer en sus ojos los pensamientos internos de la escritora.

La actriz esculpió el personaje con total lujo de detalles y riqueza interpretativa, moviéndose por el escenario como si de una habitación se tratara, con total comodidad y ligereza. Una voz que llenaba: la proyección, la expresividad y un amplio registro vocal daban aire al monólogo manteniéndonos conectados hasta el final. Además, también fue la encargada de crear el espacio sonoro con la ayuda de un piano, pues además de intérprete es música.

Todo este trabajo tiene un peso inmenso en Sanchis, que tras hora y media de trabajo aún tiene fuerzas para dedicar unos minutos a responder preguntas en un encuentro con el público posterior, una gran oportunidad para poder sacarle más sabor a la pieza teatral. Ahí, la actriz contó lo que todos nos estábamos preguntando, el trabajo actoral es inmenso pero, ¿quién hay detrás de todo esto? El nombre de María Ruíz, la directora, resonaba como eco.

"Ha sido un trabajo de disección", decía Sanchis. El ensayo de Virginia Wolf cuenta actualmente con ciento cincuenta y cuatro páginas, algo que si se hubiera hecho entero habría durado aproximadamente siete horas. Por eso ha sido un trabajo de disección porque juntas, directora y actriz, consiguieron comprimir el monólogo en una hora y media, uniendo cada palabra con total sentido y comprensión.

El sábado el teatro se llenó de lágrimas, de risas y miradas cómplices, en cada silencio que había en el escenario, se podía palpar la tensión mutua del público con la actriz, con un texto de una actualidad indiscutible. Un monólogo difícil y al principio denso, pelear con los primeros veinte minutos fue un trabajo ardúo de concentración, perderse en las palabras de Woolf era algo que podía pasarnos. A mí, personalmente no me sucedió, salí del teatro haciéndome muchas preguntas.

Sin duda, estar la noche del sábado en el Jovellanos fue un regalo como mujer creativa y creadora, algo que todas somos. Todas tenemos algo por lo que luchar, solo debemos estar en contacto con la realidad, ver las cosas como son, como decía Virginia. "Una habitación propia" hace ver que vivimos en un momento en el que todos tenemos una gran responsabilidad: seguir luchando juntos por la libertad de las mujeres.

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