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ROZALÉN | Cantautora, actúa el próximo sábado en Gijón

Rozalén: "El feminismo está muy ligado a la clase obrera"

"Ahora tengo más ropa, me miro y me veo más apañada, pero no me vuelvo loca, lo importante es la música"

Rozalén: "El feminismo está muy ligado a la clase obrera"

María de los Ángeles Rozalén Ortuño (Albacete, 1986), más conocida como Rozalén, se dio a conocer como la cantautora que iba acompañada en sus conciertos por una intérprete de lenguaje de signos. Ahora, convertida en toda una estrella del panorama musical nacional, sus canciones se han convertido en un himno del feminismo, "La puerta violeta", o de la lucha contra el cáncer, "Vivir". Su gira "Cuando el río suena..." llegará el sábado 6 de abril a la Laboral, como parte del Gijón Sound.

-Acaba de volver de Guatemala, donde visitó varios proyectos humanitarios enfocados a las niñas. Una de las personas que la acompañó escribía: "Hace unos días recibíamos a Rozalén. Hoy nos despedimos de María". ¿Ha habido un antes y un después?

-La primera vez que fui a Bolivia cambió mi manera de ver la vida: tenía solo 20 años. Este viaje fue parecido. Han pasado los días y claro, ya no me acuerdo tanto, porque la vida sigue... pero se te queda como algo clavadito. Me llevaron a lugares muy límite, en todos los sentidos, y en los que las injusticias tocan a los niños. No era muy consciente de la situación de Centroamérica y ahora entiendo algunas cosas. Si esto no te humaniza no tienes piel.

-Se reirá ahora de los problemas que tenemos en España.

-Sí. Recuerdo que, inevitablemente, cuando veía a niños desnutridos en la selva yo pensaba en mi sobrino, que come cinco veces al día, al que le dan siempre alimentos ecológicos, le cuidan la piel con todo tipo de productos... La verdad que viajes así le quitan importancia a muchas de las tonterías que tenemos.

-Conciertos, colaboraciones, agenda social... últimamente es usted el perejil de todas las salsas. ¿Echa algo de menos el anonimato?

-Sí, claro, hay cosas que echo de menos. A veces siento que he perdido libertad, pero todo valle tiene un dragón y el mío es la sobreexposición. Pero aun así no cambiaría mi trabajo por nada. Cuando me dicen que aumenta mi número de seguidores o que he vendido todo en un concierto a mí me parece poder, y eso es mucha más responsabilidad. Siento que tengo que decir cosas importantes que ayuden a vivir. Al fin y al cabo los artistas que a mí me gustan son así.

-Siempre ha hecho gala de mucha sencillez a la hora de vestirse. ¿No le seduce la pomposidad que rodea a la fama?

-Bueno, ahora tengo más ropa que nunca (ríe). Pero fíjate, hasta de esto se pueden decir cosas. A mí las parafernalias no me gustan. Por ejemplo, hace poco en Las Vegas en la alfombra roja tenía que ir espectacular y a mí eso me genera mucho estrés. Elegí un traje de chaqueta y pantalón de una diseñadora de Albacete, hecho de manera artesanal y encima de mi tierra. Es verdad que ahora me gusta vestir mejor y verme bien. Veo fotos de antes, y ahora me veo más apañada. Pero no me vuelve loca, lo único importante son las canciones.

-Usted es abiertamente feminista. ¿Se están adueñando los políticos del movimiento?

-Es que el feminismo es política. Muchos dicen que la izquierda se está apropiando del movimiento, pero es que lo que se pide siempre ha estado muy ligado a la clase obrera. Es normal, la izquierda siempre ha sido más social que la derecha. Me interesa que otros sectores también se definan como feministas, pero hay cosas que son contradictorias. El feminismo liberal, por ejemplo, ¿qué es eso? Hay una lucha de la historia de las mujeres y la definición es la que es, empezó en Estados Unidos entre la gente de color, luego con el ecofeminismo... De todas formas, me parece bien que políticos de diferente signo quieran estar ahí. El feminismo va más allá de la igualdad entre hombres y mujeres, es la igualdad entre personas. Para mí es amor, y los discursos agresivos y desde el odio no me representan. Hay nuevos conceptos que no me los creo.

-Es psicóloga de formación. ¿Qué les recetaría a los políticos españoles?

-Un tranquilizante (ríe). No, yo creo que hay mucha falta de diálogo y empatía. Y mucha falta de memoria. Lo que está claro en la vida y en la historia es que hay que progresar. Ojalá hubiera unas pastillitas de la empatía, yo se las daría. Creo que deben tranquilizarse, vigilar sus egos e intentar llegar a acuerdos.

-Rozalén se presentó en los escenarios con una intérprete de lengua de signos a su lado. Dígame un par de ideas para hacer la música más inclusiva.

-Creo que hay que abrir mucho los sentidos, aunque mucha gente se está animando con lo del lenguaje de signos. Una idea sería, por ejemplo, hacer un concierto al año inclusivo. O en las salas de teatro vigilar bien las zonas de accesibilidad de las sillas de ruedas. En mi caso, hemos crecido mucho y cada vez viene más gente a los conciertos y me doy cuenta de que las personas sordas que están en las últimas filas no pueden ver a Bea (la intérprete), así que igual hay que plantearse poner pantallas.

-Ha colaborado con multitud de artistas, como David Otero, "Estopa" y "La Raíz". ¿Con quién sigue soñando con cantar?

-Voy a ponerme ambiciosa: con Silvio Rodríguez y con René Pérez, de "Calle 13".

-¿Qué es lo que más le gusta de Asturias?

-El verano pasado estuve una semana de vacaciones. Me volví loca con la montaña, hice la ruta del Cares y el descenso del Sella, vi algo de playa, pero bueno, yo soy de monte y de cruzarme con vacas. La verdad que estoy enamoradísima de Asturias, me encanta la comida... se me ve el plumero cada vez que voy.

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