Alejandro Peral es licenciado en Derecho y Políticas por la Universidad Carlos III de Madrid y por la Università degli Studi Roma Tre (Italia) y máster en Comunicación Política y Corporativa por la Universidad de Navarra y la George Washington. Lleva más de cuatro años en el área de Asuntos Públicos de KREAB Madrid asesorando a compañías nacionales y multinacionales con alto componente innovador. En los últimos años trabaja en la promoción de nuevas formas de regulación gracias al uso de datos y tecnología, impulsando proyectos de innovación pública. Ayer participó en Gijón en la Feria Tecnológica Citech.
- En un mundo dominado por la tecnología y el movimiento de un gran volumen de datos, ¿estamos ahora más que nunca desprotegidos que nunca en el ámbito de la seguridad de la información?
-Seguramente, sí. Entiendo que, al final, es una cuestión difícil de resolver porque todo hecho innovador, tecnología o componente innovador incide en la sociedad con una aceleración exponencial. Es necesario regularlo y ordenarlo y no escapar de ello. La Unión Europea prevé mecanismos como Sandbox (cajas de arena, en terminología anglosajona) para proteger a los ciudadanos de forma segura con testeos de la tecnología antes de su regulación. Al final, se trata de dialogar con los miembros de la sociedad civil para estipular cómo regula e impacto en el ciudadano esa nueva tecnología.
- ¿Cuál será el papel de los ciudadanos en las 'smart cities'?
-Es innegable que las ciudades se están convirtiendo en polos de poder político a escala mundial. hay ya ciudades con más PIB y población que países enteros. En el futuro se asistirá a una descentralización de competencias en favor de las ciudades, que estarán más cerca de la tecnología y de la innovación. El rol del ciudadano no es trascendental sino el de la sociedad en su conjunto y sus reguladores.
- ¿Cuáles son esos ejemplos de ciudades convertidas en grandes polos de poder político?
-Semboku, en Japón, es uno de ellos. Utilizan el modelo 'Sandbox" en la organización de la ciudad y se han convertido en polo de innovación y de talento porque el entorno innovador (startups) va allí y generan una reputación intangible en torno a la marca ciudad que les hace destacar. También Nueva York o San Francisco son pioneras en la regulación de datos en tiempo real utilizando el poder del big data.
- ¿La economía colaborativa ha llegado para quedarse?
-Es una realidad que afecta a las grandes ciudades y sociedades modernas pero igual que la Comisión Europea cree que hay que impulsar la economía colaborativa en las ciudades, podemos decir que es una tendencia imparable en el sentido de cómo se está estructurando. Es un fenómeno que ha venido para quedarse y habrá que analizar cómo encardinar beneficios y cómo bloquear o reducir posibles derivadas negativas pero no se puede negar que existe y hay que regularlo.
