Tita Caravera entraba en el salón de plenos del Ayuntamiento el 13 de marzo para recibir la medalla de plata de la ciudad por su larga trayectoria de lucha vecinal. Salía entre aplausos. Ayer, la expresidenta de la Federación de Vecinos y responsable vecinal de La Arena, repetía entrada en ese mismo salón. Pero entraba para quedarse. Con ella Manín el de Santa Bárbara, Luis el del Polígono, Isabel la de Moreda, Paulino el de La Guía... y otros muchos que a lo largo de las horas fueron yendo y viniendo a una protesta simbólica con la que el movimiento vecinal quiso mostrar su hartazgo tras casi dos décadas de lucha por el gran proyecto ferroviario, siempre anunciado y nunca cumplido, de la ciudad. Todos con sus camisetas reivindicativas. Las que hubo que recuperar de la caja "confiscada" por no se sabe quien en el vestíbulo.

El salón de plenos se semivació de concejales y se llenó de vecinos. Ninguno quiso sentarse en las más cómodas sillas de las bancadas políticas. "No estamos aquí para sustituirles", explicaban con pudor. Los vecinos se quedaron en las sillas reservadas al público, que se fueron girando para hacer corrillos y comentar la jugada. Se prepararon para esperar y cargaron sus móviles. No muy lejos pero sin mezclarse más de lo debido, los ediles de Xixón Sí Puede y un solitario y comprometido Esteban Aparicio. "¿Qué directrices le voy a dar a la policía si estoy encerrado yo también?", se le oyó decir por el móvil al edil de Seguridad Ciudadana.

Un poco antes de la una y media alguien abrió la espita del "ir pensando que queréis comer".

- "Estaría bien ver entrar a uno de Telepizza al Ayuntamiento", bromeó un encerrado

- "Que Telepizza ni que niño muerto, aquí se pasa hambre", ironizó una colega.

Pero no hizo falta pasar hambre. Ronda de petición de bocadillos pagados a escote. La bebida fue cortesía municipal con unas cuantas jarras con el logo de la EMA y agua del grifo. Con el paso de las horas y la experiencia llegaron las empanadas, las barajas, los libros y, al aproximarse la noche, la animación de la Charanga Ventolín -también medalla de plata de Gijón- unas pizzas, esta vez sí, y los sacos de dormir.

Lo que no llegó fue la tarta de cumpleaños de la madre de Adrián Arias. El presidente de la Federación de Vecinos ya había dejado claro en su discurso ante los ediles que el encierro le costaba el festejo familiar. Y otro dolor compartido con la directiva vecinal: la ausencia al homenaje al fallecido Rosendo Paniagua de Tremañes. "El bueno de Rosendo me lo va a perdonar porque él hubiera estado aquí", matizó. Hoy más y luego... lo que venga.