El padre de Beethoven era alcohólico, y contempló la posibilidad de enriquecerse explotando a su hijo. El plan resultó un desastre y amargó el carácter del chico, estimulando la brusquedad y el aislamiento que marcaron su personalidad como adulto. A los veinte años era un pianista ambulante y profesor de este instrumento, famoso en los salones aristocráticos tanto por sus arranques de genio como por su música. Pronto se convirtió en el compositor mas famoso de Europa y era considerado el principal ejemplo viviente del genio artístico, díscolo y rebelde del Romanticismo. Un genio universal, con el paso de los siglos.
El concierto que escuchamos ayer en el Jovellanos era consagrado al inmortal Beethoven. Tres cuartos de entrada, y patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA, como suele ocurrir con cierta frecuencia. El programa comprendía la Romanza n.º 1, y la n.º 2. Y las sinfonías nº 1 en do mayor y la sinfonía, nº 2 en fa mayor para violín y orquesta. Las primeras se caracterizan por un diálogo entre el solista y la orquesta, en estructura binaria. En cuanto a las sinfonías la primera se estrenó el 2 de abril de 1800, en el Burgtheater de Viena. y no tuvo mucho éxito porque decían que el tercer movimiento era demasiado rápido. En ella destacaron los vientos.
La segunda fue escrita entre 1801 y 1802 y está dedicada al príncipe Linchnosky. Ambas son líricas y agradables, teniendo el tema principal como el argumento de la obra. Además son relajadas, alegres e ingeniosamente trabajadas. La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias las llevó muy bien, como lo que es: una máquina muy bien engrasada. Actuó como solista el director, Massimo Spadano, a cargo del violín, que resultó ser un magnífico intérprete. Fue muy aplaudido por el público, pero la orquesta marchaba sola? y supuso una prueba más de su eficacia y buen hacer. Estamos contigo, OSPA, con todo merecimiento.
