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Las tertulias de Fomento

Retos para una juventud ignorada

Directivos de asociaciones juveniles piden "voluntad política" para impedir que los menores apuesten y consuman alcohol: "Se intenta gobernar para ellos sin tener en cuenta su opinión"

Retos para una juventud ignorada

Hijos de la crisis, expertos en redes sociales, natos del mundo digital y defensores de movimientos sociales como el feminismo y el colectivo LGTBIQ. Pese a que los jóvenes de la actualidad han sido categorizados de diversas maneras, buena parte del asociacionismo juvenil considera que su papel en la sociedad sigue relegándose a un segundo plano. Así lo defienden los representantes de algunos de estos grupos gijoneses, que ayer visitaron la redacción de LA NUEVA ESPAÑA en la ciudad para debatir cuáles deberían ser los principales retos en materia de programación lúdica y educativa a nivel local y regional.

Participaron Begoña Sánchez, de Cuantayá. Su entidad comenzó su labor en 2007 con la idea de dinamizar actividades de ocio para jóvenes de entre 12 y 16 años, pero pronto vio que las necesidades de su ámbito de actuación, que se centra en la zona sur de la ciudad (Contrueces, Montevil, Nuevo Roces y El Llano), exigía medidas más generales. Desde entonces ha creado dos grandes áreas, una que mantiene su idea original de trabajar para la gente joven y otra de carácter más comunitario desde la que organiza actividades enfocados en las mujeres hasta propuestas de creación artística. Luis Martínez, encargado del área sanitaria del Conseyu de Mocedá de Xixón (la federación local de asociaciones juveniles fundada en 1995), explica que su grupo viene a servir de "paraguas" para el resto de colectivos y promueve la organización de talleres de teatro, baile y juegos de mesa, entre otros. Alba de Miguel, de Abierto hasta el Amanecer, explica que su grupo se centra desde su nacimiento en 1997 en ofertar alternativas de ocio en un horario nocturno, que es cuando el consumo de alcohol y otro tipo de sustancias es más habitual. En La Camocha, además, Abierto cuenta con un programa de participación infantil (la idea era crear uno para adolescentes que no terminó de cuajar) y, en general, organiza actividades para jóvenes de entre 13 y 35 años.

En general, el nivel de participación en las tres entidades ha ido bajando con el tiempo. "A día de hoy muchos jóvenes quieren hacer cosas pero sin asociarse. Por eso siempre programamos actividades abiertas a todo el público", concreta Martínez. Abundan, eso sí, los grupos de adolescentes que quedan con frecuencia y organizan su tiempo libre en común. El problema, según Sánchez, es que conforme su alcance vaya creciendo "lo van a tener muy complicado para justificar lo que hacen a las administraciones, que por lo general intentan echarte para atrás, pero al menos te da algún tipo de ayuda económica". El otro gran escollo del asociacionismo juvenil es más simple pero también más difícil de solventar: en Gijón, como en Asturias, cada vez hay menos adolescentes. "Todos sabemos ya que vivimos en una región envejecida. Es normal que muchos chavales prefieran buscarse la vida fuera", lamenta Martínez.

Pese a ello, los tres expertos creen que Gijón tiene todavía mucho de lo que presumir. "En número de asociaciones y ofertas no hay ni punto de comparación con Oviedo, por ejemplo. Históricamente Gijón siempre se ha visto como una ciudad muy dada al asociacionismo y todavía queda algo de esa fama de alternativos que solíamos tener", defiende Sánchez.

Lo que falta es "voluntad política". "En cuanto te metes en este mundo ves que tu trabajo no interesa demasiado a los que mandan y acabas por sentirte utilizada, porque aunque participamos en las reuniones municipales al final para tomar las decisiones no se nos tiene siempre en cuenta", defiende De Miguel. "Aquí, como en otras ciudades, rige el absolutismo ilustrado: todo para los jóvenes pero sin los jóvenes. Muchos siguen sin entender que para atraer la atención de menores tienes que hablar en su lenguaje, proponerles cosa que les interese y, sobre todo, tenerles en cuenta y escucharles", añade Martínez.

Las tres entidades trabajan centradas en lo que se conoce como "ocio saludable", que pretende disminuir el impacto de actividades muy comunes entre adolescentes como el consumo de alcohol y las apuestas deportivas. El grupo reconoce que programar este tipo de citas "no es tan fácil como parece" por la falta de espacios municipales que las propicien. Martínez, además, explica que el modelo de ocio más habitual desde hace décadas es "consumista". "Los chavales de 13 y 14 años que quieren quedar una tarde van al centro comercial. Todavía no hemos dado con un modelo de ciudad que cuente con espacios para ellos", concreta. Sánchez completa esta reflexión explicando que así se propicia la exclusión social. "Si tu familia no tiene dinero te quedas fuera de buena parte de la oferta lúdica y acabas cayendo en alternativas poco saludables", lamenta.

Redes sociales. Al trabajar de forma directa con niños y adolescentes, los tres expertos han tenido que aprender a comunicarse en las nuevas plataformas digitales. Las redes sociales, en este sentido, han supuesto una gran ventaja para ellos porque su programación y sus mensajes se difunden a un público mucho mayor y con más rapidez que antaño. Sin embargo, los tres reconocen que un uso excesivo acabará por ser un problema. "A veces las redes no se utilizan bien. Ahora se lleva mucho de subir capturas a Instagram pidiendo a tus seguidores que te digan qué opinas sobre ellos, por ejemplo. Ahí el chaval que lo publica lo que busca es que le valoren, que le acepten, y eso llevado al extremo tendrá por resultado un futuro de gente muy vulnerable y frágil", opina Martínez.

De Miguel, eso sí, considera que en realidad los jóvenes "no están tan enganchados" a las redes, al menos, no mucho más que buena parte de los adultos. "Al final somos seres humanos y seguimos necesitando un contacto real con la gente, vernos, hablar entre nosotros. Gracias a eso nuestras entidades siguen en activo", asegura. Martínez añade, además, que de poco sirve "demonizar" a los adolescentes por caer en prácticas reprochables. "Parece que se nos olvida que la mayoría de chavales hacen lo que les enseñan, lo que ven en casa. Nosotros notamos mucho la diferencia en el trato; vemos qué jóvenes tienen una buena comunicación en el hogar y quiénes no", sostiene. Sobre este tema Sánchez termina recordando que las redes sociales se han vuelto también una forma de participación juvenil en sí mismas. "Hay chicos que no pueden acudir presencialmente a algunas actividades pero las apoyan y las difunden en sus perfiles. Es otra forma distinta de participar, todavía no sabemos si mejor o peor", completa.

Drogas. Martínez defiende que el consumo de alcohol en jóvenes "lleva años descendiendo", aunque levemente, mientras que el consumo de drogas "más promocionadas" como el cannabis continúan aumentando. En Gijón esta tendencia toma más fuerza desde esta última década. "En los últimos años coincidió la nueva normativa estatal de prohibir el consumo de alcohol para menores de 18 con otra ley local que impide que la gente beba alcohol en la calle", razona el experto. "En realidad eso tampoco supuso que los jóvenes bebiesen necesariamente menos, porque ahora lo que se hace es beber de golpe, en atracón. Antes quedabas en un parque con tus amigos y bebías durante horas, pero ahora vas a un bar y te tomas todo lo que puedas en ese rato", añade. Otro posible peligro de estas normativas que regulan el denominado "botellón" -aunque los tres citados defienden la aplicación de medidas que controlen este tipo de consumo- es que la juventud, más que abandonar esta práctica, lo que hace es adoptarla a menor escala. "Ahora quedas con tres o cuatro amigos y vais a algún parque por vuestra cuenta. El peligro es el mismo, creo, con el detalle de que si pasa algo ahora los accidentados están más desperdigados. Ya no hay una zona en Gijón donde los jóvenes puedan beber libremente. Ojo, que claro que era malo, pero al menos estaban localizados. El problema ahora sigue ahí; sólo se ve menos", sentencia el del Conseyu.

Casas de apuestas. Los jóvenes forman el núcleo de población "más susceptible a caer en la trampa de las casas de apuestas" y los juegos monetizados, según Sánchez. Martínez concreta que "moda", en realidad, lleva años pululando por Europa. "En España es verdad que está empezando a desembarcar ahora y que, como siempre, se está legislando tarde y mal", puntualiza. El grupo encuentra varios motivos por los que este tipo de juegos pueden resultar tan atrayentes para los usuarios con los que suelen trabajar. La primera es la temática. "El deporte tiene muchísimos aficionados y buena parte de los jóvenes siguen el fútbol muy de cerca, así que apostar sobre los resultados de algo que conocen tan bien les parece apropiado", comenta Martínez.

Por su parte, Sánchez cree que este tipo de ocio está llamando la atención, sobre todo, de los jóvenes que pertenecen a familias con pocos ingresos económicos: "Es un tema muy frustraste porque no sabemos cómo afrontarlo. El deporte y las apuestas forman un negocio enorme, mueve muchísimo dinero, y contra eso una asociación juvenil no puede pelear". Asegura también que la vigilancia en estos locales sigue siendo "muy escasa". "Yo tengo una sala de apuestas debajo de la casa de mis padres y veo entrar a chavales muy jóvenes constantemente. Seguimos sin entender por qué no se vigilan más, como los bares", lamenta.

Coeducación. Pese a que son conscientes de que el Ayuntamiento de Gijón carece de las competencias necesarias para cambiar los programas educativos, las tres entidades sí que piden "una voluntad política seria" para implantar en los centros escolares y de Secundaria la conocida como "coeducación", que es el término con el que se designa a los nuevos modelos de enseñanza que buscan deshacerse de los roles y estereotipos basados en cuestiones de género. "Lo que diferencia a las nuevas generaciones de ahora es su conciencia con el feminismo, pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Muchos tenemos la sensación de que durante estos últimos años se ha trabajado más este tema con las chicas que con los chicos y que por eso todavía hay comportamientos problemáticos", justifica Martínez.

Esto explica que, según él, todavía se "tomen como normales" comportamientos "que por definición son machistas". En los talleres que el trabajador imparte en los institutos, por ejemplo, suele toparse con jóvenes varones que critican que cuando tratan de entrar en algún establecimiento para beber alcohol el portero les pide el DNI y les niega la entrada por ser menores de edad, pero que a sus compañeras las dejan pasar sin ningún tipo de pregunta. "Como todos van con la intención de beber, ellos lo ven como algo injusto y ellas como algo positivo. Todavía nos cuesta hacerles entender que permitir la entrada de chicas menores de edad es una práctica machista que las sexualiza", razona el experto.

Nuevas medidas en el ámbito de la educación ayudarían también a facilitar la labor de concienciación sobre las asociaciones juveniles. "No sería la primera vez que después de llevar tres horas dando una charla sobre abusos sexuales un profesor acabe metiendo baza para llevarme la contraria", critica Martínez que, no obstante, reconoce que en Gijón hay multitud de colegios e institutos con "docentes maravillosos" y comprensivos. "Pero yo recuerdo una charla concreta en la que la profesora aseguró a sus alumnos que los porcentajes de denuncias por abusos de violencia de género eran mentira. Que lo sabía ella. La mayoría de docentes nos entienden pero muchos todavía nos meten en encerronas de este tipo", lamenta. Sánchez recalca la gravedad de esta falta de entendimiento. "Por muchos que nos curremos la charla los alumnos van a seguir fiándose más del profesor al que ven todos los días. Si no nos ponemos de acuerdo no vamos a llegar a ningún sitio", explica.

El grupo tampoco está muy contento con la forma en la que se suelen organizar estos talleres en las aulas, porque por lo general se mezclan a participantes de distintos colectivos. "Esto fastidia mucho cuando llevas un rato currándote el discurso para que los chavales no se sientan demonizados cuando les hablamos sobre el consumo de drogas. Huimos del discurso del castigo, del no hagas esto porque te van a detener, porque creemos que lo que funciona es hacerles reflexionar", razona Martínez. "Pero cuando me los meto en el bolsillo y termino mi intervención veo que justo después de mí va a hablar un policía, que por lo general va a aplicar justo ese discurso, que los jóvenes se sientan desplazados. Cuando eso pasa toda esa imagen amigable que me había ganado se va al traste", añade.

No lograr conectar con las nuevas generaciones sigue siendo otro caballo de batalla para estos colectivos. "Trabajamos constantemente para desprendernos de esa imagen de mochileros que no hacen gran cosa", apunta Sánchez. "Muchos chavales nos ven entrar en clase y ya ponen los ojos en blanco. Y, claro, no ayuda que los profesores a veces no hagan más que alimentar esa fama. Nosotros estamos formados y preparados para conectar con los jóvenes y ayudarles, pero a veces el sistema no nos lo permite", completa.

Agendas imposibles. Todas las propuestas citadas hasta ahora no tendrán demasiado calado, según los tres expertos, mientras la sociedad siga promoviendo que los niños participen en todo tipo de actividades extraescolares y "se anule su capacidad para crecer más libres", en palabras de Martínez. "No sé en qué cabeza puede parecer normal que un niño entre a clase a las ocho de la mañana y entre una extraescolar y otra llegue a su casa a partir de las ocho de la tarde. Muchos tienen jornadas eternas a diario", lamenta. Al no tener tiempo para ninguna otra cosa, los pequeños de la actualidad acaban por descubrir sus intereses particulares con más retraso. "A esto hay que sumar que los veinteañeros de ahora son hijos de la crisis; crecieron en un ambiente muy poco propicio y muchos están desencantados con su entorno y rechazan participar con ningún colectivo. Y nadie les puede culpar por ello", sentencia.

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