Los problemas ambientales no solo son consecuencia de las decisiones que toman otros, sino "de las decisiones que tomamos nosotros mismos". Y por eso "la manera en que consumimos o dejamos de hacerlo tiene un impacto en lugares muy distantes. "Lo ideal sería que nuestros valores estuvieran reflejados en la manera en que vivimos; una mayor tendencia a la frugalidad, a un nivel de vida más modesto, nos ayudaría a todos, al medio ambiente y también a nuestra salud".

La reflexión la lanzó ayer el catedrático de Geografía y director de la Cátedra de Ética Ambiental de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, Emilio Chuvieco, quien ofreció una charla en la Facultad Jovellanos para hablar sobre cómo el consumo impacta sobre el medio ambiente obligando a los ciudadanos a "ser cada vez más conscientes de las cosas que consumimos, intentando que nuestros impactos sean los menores posibles".

En este sentido Chuvieco considera que "vamos un poco lentos porque el nivel de impactos está acelerándose, particularmente en cuestiones de cambio climático, y deberíamos tener un mayor nivel de compromiso y concienciación". El problema, a su juicio, estiba en que "a veces estamos esperando a que desde arriba nos marquen las normas o se modifique la legislación, pero lo ideal sería que hubiera un compromiso personal y un mayor nivel de acción ética en la manera en la que utilizamos las cosas", habida cuenta de que "cualquier cosa que comemos, que vestimos o en la que nos transportamos tiene impactos ambientales", advirtió. Chuvieco también recordó que los países asiáticos "se lo están tomando más en serio de lo que parece, aunque tienen peores condiciones técnicas".