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La asociación gijonesa contra el cáncer tratará la ansiedad de enfermos y familiares

La iniciativa responde a que la salud mental de los implicados "acaba por causar problemas a nivel físico", explica la psicóloga Rocío Toledo

Los enfermos con cáncer y sus familiares podrán aprender a calmar sus crisis de ansiedad en una iniciativa que surge de la mano de la Asociación contra el Cáncer de Gijón y que, hasta ahora, no se había organizado en ninguna otra delegación del grupo en Asturias. Una de las psicólogas del colectivo, Rocío Toledo, explica que en este tipo de enfermedades los pacientes "no suelen priorizar sus problemas mentales", pese a que en muchos casos los desajustes psíquicos acaban por manifestarse de múltiples maneras, que van desde sudores y mareaos hasta taquicardias y problemas digestivos. El grupo esperará a saber el número de interesados antes de ponerle fecha de inicio al proyecto.

La intención de atender tanto a enfermos como a familiares responde, según Toledo, a que la base del problema difiere según el colectivo. Los pacientes pueden empezar a tener problemas desde el mismo momento del diagnóstico y suele alargarse hasta el término de la enfermedad. "Tienen los picos más graves cuando les citan para hacerse pruebas nuevas o para darles algún resultado, porque siempre les queda la duda de cómo va a evolucionar su situación", concreta la psicóloga. "Por lo general, una persona con ansiedad tiene brotes muy de vez en cuando, pero un enfermo con cáncer está siempre sometido a esa presión, así que su desgaste va a ser siempre mayor", añade.

Los brotes de los familiares de los afectados, por su parte, se deben a las comunes sensaciones de "frustración" provocadas por el mismo problema -la incertidumbre ante cómo va a evolucionar la enfermedad-, pero con el matiz de que en estos casos los allegados sienten "que no pueden hacer gran cosa" por ayudar a sus seres queridos. Se mantiene el mismo factor de continuidad, los problemas pueden empezar en el momento del diagnóstico y seguir hasta el fin del tratamiento. "En ambos casos lo que más daño hace es esa sensación constante de angustia", razona Toledo.

Su programa está previsto que se organice en cinco sesiones en grupo que durarán entre una hora y una hora y media. Lo "más ideal", dice, sería poder separar en clases separadas a los pacientes de los familiares, pero dependerá del número de inscritos. En cualquier caso, el objetivo es "aportar herramientas y consejos" para que los afectados sepan gestionar sus emociones. "También queremos que sepan diferenciar cuándo su ansiedad entra dentro de lo normal y cuándo empieza a rozar lo patológico. En muchos casos es posible conseguir que ellos mismos mitiguen parte de sus síntomas", completa Toledo.

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