La procesión del Santo Entierro se solemnizó entre una cantidad de fieles nunca vista en Gijón. La afluencia era tanta que desde la siete y media se agrupaba la gente en la explanada de la iglesia para coger sitio. A las ocho en punto de la tarde, se adelantó la Hermandad de Trompetas y Tambores de Jesús Cautivo, de Oviedo, para dar inicio a la procesión. Sonó el clarín y le respondieron las trompetas y los tambores. Y se echó de menos la voz solemne de José Ramón Fernández Costales anunciando la salida del santo féretro, que Dios le tenga en su gloria.

Iniciaron la marcha la Santa Hermandad de la Vera Cruz, portando la corona de espinas y los clavos con los que Jesús estuvo sujeto a la Cruz. Seguidamente un grupo de manolas, elegantemente vestidas daban un toque de luto. Salió el paso de Piedad, le llevaban veinticuatro porteadores de la Santa Vera Cruz y detrás el Lignum Crucis, un fragmento de la madera de la Cruz en que fue ajusticiado Jesús. La Banda de Música de Gijón, con su director al frente, Iván Arboleya, entonaba la marcha "Mater mea", y en pos ella más manolas.

El paso de la Virgen Dolorosa apreció en la puerta de la iglesia. Iba vestida con un manto de terciopelo negro y tenía un puñal en el pecho. Lloraba. La alzaron los veinticuatro cofrades de la Santa Misericordia, al grito de "¡Al Cielo con Ella!" Había llegado la hora de la verdad. La Hermandad de Jesús Cautivo interpretó el Himno Nacional para que el féretro donde yacía Jesús se pusiera en marcha. Fue un momento emocionante. La luz del atardecer ponía un patetismo en el rostro violáceo de Jesús. Le rendían escolta cuatro oficiales del Ejército de Tierra. El teniente Maújo, el teniente Velasco, el sargento Mesa y el soldado Testera. Y otros cuatro oficiales de la Armada, el teniente Francisco, Tania y Javier, soldaos de primera, y Marisa, cabo. Detrás del féretro tres sacerdotes. Don Constantino, don Vicente, y don José Luis. Acompañados de antiguos pregoneros de la Semana Santa Gijonesa.

Una muchedumbre les seguía, las calles abarrotadas de fieles y curiosos, hasta la iglesia de San Pedro. La noticia era esa, Jesús ha muerto, pero le espera la Resurrección.