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PABLO MONELLA | REALIZADOR DE DOCUMENTALES

Imágenes a todo corazón

El director autodidacta retomó su pasión por lo audiovisual al jubilarse y tras entregarse al fútbol en el Revillagidedo

Imágenes a todo corazón

Pablo Monella llegó al mundo en León el 5 de noviembre de 1943, pero con solo cinco años de edad llegó a Gijón para vivir en el Hogar de San José, donde pasó buena parte de su infancia. Quienes conocen a este apasionado del fútbol y de los documentales saben que es "un hombre recto, muy amigo de sus amigos y concienzudo". Una persona con mucho amor propio que se volcó en cuerpo y alma en cada proyecto que ideó y desarrolló, tanto al frente del Club Revillagigedo como ahora realizando largometrajes que recogen en imágenes la historia de personas y colectivos gracias al talento de Monella.

El fútbol es una de sus grandes pasiones. Comenzó a dar sus primeros pasos como entrenador de fútbol juvenil en el Revillagigedo, centro en el que fue coordinaba los deportes y además impartía clases de educación física. Él fue el gran sustento del club y el primero siempre en buscar recursos para sacar adelante la situación, convenciendo a entrenadores y jugadores para continuar con la actividad. Hasta pelear cada año por buscar un sitio que alquilar para poder jugar y entrenar. No obstante, pese a esa pasión, Pablo Monella, padre de dos hijos y una hija, nunca quiso dedicarse al fútbol de manera profesional y veía en el deporte del balompié un hobby al que entregarse, pero siempre sin pasar a niveles mayores. Durante años fue secretario del Comité de Entrenadores, tanto a nivel regional como a nivel nacional, cuando la entidad estuvo dirigida por su amigo Horacio Leiva, que confió en él para trabajar a su lado.

Su afición al fútbol, no obstante, era una vía de escape, un disfrute al que dedicaba esfuerzo y horas infinitas. Lo compaginaba con su trabajo, primero en la fábrica de Moreda y después en la plantilla de Ensidesa, hasta que se jubiló. Monella, cuentan sus allegados, siempre prefirió el fútbol como una afición que como una forma de vida y trabajo. No obstante, como en todo lo que ha hecho, se dedicó en cuerpo y alma pese a que en el Club Revillagigedo le supuso muchos desvelos y alegrías.

Con su jubilación reorientó sus inquietudes. Fue entonces cuando Pablo Monella pudo retomar otras de sus pasiones, la que ahora abarca su tiempo: dirigir sus propios documentales y largometrajes. Cuentan sus más próximos que ya de joven hacía sus pinitos grabando imágenes. "Ya con 19 y 20 años tenía una pequeña cámara con la que grababa; de hecho, logró recuperar esas imágenes que el mismo había rodado", desvelan. El mundo audiovisual era sin duda una espinita que tenía clavada, pero que al cumplir con su trabajo y alcanzar la jubilación tuvo claro que era momento de retomar ese talento guardado durante tantos años.

En su filmografía son ya cerca de dos decenas de trabajos en los que inmortaliza y desnuda a sus protagonistas. Hace solo unos días proyectó -en un acto realizado en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón- un documental titulado "Cholo Juvacho, bendita Felguera" en el que narra la trayectoria de uno de los artistas más polifacéticos de Asturias. Una obra que completó una trilogía de documentales que Monella empezó en 2015 con "Gijón del alma y Víctor de Cimadevilla" y prosiguió al año siguiente con "Ay, Candás y Pipo Prendes". "Todos sus trabajos tienen su aquello porque habla de gente con la que él tiene relación de amistad y logra que se expresen de manera muy natural, que es lo que conecta con la gente", analizan sobre su obra.

A través de su cámara también ha tenido trabajos en los que ha juntado sus dos pasiones. El deporte, de hecho, ha sido protagonista de sus documentales en varias ocasiones. Uno de ellos, en 2017, rodó "Deporte femenino en Asturias" en el que entrevistó a seis destacadas deportistas de la región, todas ellas internacionales en sus respectivas disciplinas. También Quini fue protagonista en las obras de Pablo Monella.

Para este gijonés de adopción, no obstante, hay títulos que recuerda con un cariño especial, también por el reconocimiento cosechado. Uno es "Anecdotario de personajes conocidos y conocidas" para el que reunió, en dos entregas distintas, a dos personalidades de la región, 25 de cada género. No hay que olvidar tampoco "Remember", en 2014, donde varios inmigrantes relataban ante su cámara las vicisitudes que tuvieron que sortear hasta llegar a Asturias desde sus países de origen. O el mediometraje "Abjuria", una obra que tal y como reconoció el propio Pablo Monella constituye uno de los trabajos de los que más orgulloso se siente y en el que cuenta el paso a la libertad de un presidiario gijonés tras cumplir veinte años de condena. No obstante, la imaginación de Monella no tiene fin y son muchas sus inquietudes, cuentan en su entorno, que todavía tiene por filmar.

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