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SHAFIKAH KHALIL PEREA | Dietista, experta en nutrición deportiva y vegetariana

"Los adolescentes tienen más riesgo de caer en trastornos de alimentación"

"Hay gente con mucha influencia en redes sociales que recomienda a sus seguidores consumir cremas chocolateadas y bebidas energéticas"

Shafikah Khalil Perea, ayer, en el Conseyu de la Mocedá de Gijón. Á. GONZÁLEZ

La dietista y tecnóloga alimentaria Shafikah Khalil Perea cree que los jóvenes, en muchos casos, adquieren hábitos de alimentación poco saludables porque sus paladares se acostumbran desde pequeños a valorar el consumo de productos procesados. Comportamientos que en un principio parecen nocivos, como dar galletas y jugos artificiales a los más pequeños, hacen que a la larga normalicen también el consumo de comida rápida y bebidas energéticas. Las redes sociales, con grandes estrellas de la influencia que recomiendan estos mismos hábitos, están empeorando el problema, según la experta. Participó ayer en un taller organizado por el Conseyu de la Mocedá en Gijón, en plena celebración de su semana de la salud.

- ¿Se habla más de nutrición en la infancia y menos en la adolescencia?

-Creo que hasta desde la infancia debería haber más información al respecto. Se podrían hacer más charlas para el gran público y siempre a cargo de profesionales. La alimentación sí que parece que se vigila más en la infancia, pero eso no quiera decir que se haga aplicando información de calidad. Nos encontramos con mucha gente que cree que los niños deben comer de todo, que no pasa nada porque tomen dulces; no se les educa a consumir verduras. Lo que también es cierto es que en la adolescencia todo se acentúa, porque los jóvenes están presionados por su grupo social y el contenido que consumen en redes sociales. No se vigila tanto como parece.

- Como las galletas para la hora del recreo.

-Claro, eso muchas veces se normaliza porque se cree que al niño, como es pequeño y está creciendo, no le va a pasar nada. Y sí pasa, porque estás sembrando la base de que sea un adolescente con un paladar educado a comer lo que no debe. Cuando el joven tiene poder de decisión, va a preferir un refresco a un vaso de agua.

- Es que en la adolescencia lo normal es ir a locales de comida rápida y sacar comida de máquinas expendedoras.

-Sí, por eso sí que hay menos control a esa edad. Los adolescentes están rodeados de malas opciones que son muy accesibles y muy económicas para ellos. Su entorno lo normaliza y muchas veces no plantea llevarse desde casa una ensalada de garbanzos, o comer entre horas frutos secos, bocadillos de aguacate o fruta fresca. Como no se prepara ninguna alternativa saludable con antelación, al final vas a acabar tirando de lo más accesible, que siempre suele ser malo.

- ¿El factor social puede explicar esto? ¿Las familias con menos recursos acaban comprando alimentos procesados porque son baratos?

-Yo creo que al final es un factor educacional. Si compras un kilo de fruta de temporada, que es mucho más barato, gastas lo mismo que comprando una sola chocolatina. Esto tiene más que ver con la falta de conocimientos sobre todo esto y la comodidad que nos han presentado. Se consumen mucho, por ejemplo, estos formatos de "fruta para llevar" que en realidad son jugos metidos en un envase horrible que dice que es de plátano y fresa, pero cuando miras la etiqueta no lleva nada de eso. No creo que sea un asunto económico, sino que algunos padres no son conscientes de que eso es malo para la salud de sus hijos. Cuando lo descubren, vuelven al método de siempre: a preparar en casa los aperitivos de la familia y dejar de lado todo lo industrial.

- ¿Qué papel juegan las redes sociales? Se normaliza el consumo de azúcar, pero ahora también está de moda el veganismo y la comida sana.

-Ya, ahí hay un conflicto. Hay mucha información, eso sí, pero hay buenos "influencers" y malos "influencers". Estamos los profesionales, que divulgamos datos correctos y recomendaciones avaladas, pero solemos tener un menor alcance porque no difundimos lo que la gente quiere oír. Después hay grandes marcas que ya han visto el nicho de mercado de comprarse la opinión de gente con mucha presencia en redes sociales. Y ellos tienen mucho más alcance que nosotros, claro.

- Esos patrocinios son muy habituales con refrescos.

-Sí, pero te encuentras de todo. Hay "influencers" recomendando galletas, cremas chocolateadas, bebidas energéticas...

- ¿Y la moda de comer sano en redes sociales?

-Eso a lo que llaman el "healthy food" también puede volverse en contra. En mi consulta suelo ver a gente obsesionada con comer bien, pero también obsesionada con cocinar los alimentos de una forma concreta, consumir sólo cierto tipo de nutrientes... Y al final comer bien es mucho más fácil que todo eso. Las redes a veces juegan un papel complicado, porque tienen buena información pero también muy mala, y mucha.

- Con las redes también se afianzan estereotipos de imagen concretos, relacionados normalmente con estar delgado.

-Sí, también. Y luego hay gente que simplemente funciona por el "amimefuncionismo". Recomiendo hacer o comer tal cosa porque a mí me funcionó bien sin valorar ningún otro aspecto. Y es que además muchas veces es mentira porque están siendo financiados por marcas concretas. Lo peor es que esta nueva generación acude a esta gente, que son sus referentes, y se fían de la información que les cuentan.

- ¿La gente joven tiene más riesgo de convertir simples malos hábitos de alimentación en trastornos más serios?

-Sí, son más influenciables, su personalidad no está del todo desarrollada y tienen la presión social de querer pertenecer o entrar en ciertos grupos. Los condicionantes en cuanto a una imagen y la inseguridad que eso conlleva puede hacerte más débil ante el peligro de caer en casos de obsesión por la comida, por la delgadez y ceder ante los estigmas sociales.

- ¿Los trastornos de alimentación más comunes en gente joven siguen siendo la anorexia y la bulimia?

-Yo también veo muchos trastornos de atracón y otros no tipificados, que no son exactamente ni bulimia ni anorexia. Luego hay otros que los ves más en consulta, como vincular nuestras emociones a comidas superfluas para mejorar nuestra situación. Por eso digo que a veces no tienen una tipificación concreta, y en esos casos es el psicólogo el que debe dar el diagnóstico que considere. Yo si veo algún comportamiento que se escapa de mi función, cuando veo que llega a lo patológico, lo tengo que derivar.

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