A las consultas de los terapeutas llegan cada vez más pacientes con un problema de dependencia emocional, especialmente gente joven. O lo que es lo mismo: personas que "sienten la necesidad constante de otro para alcanzar la felicidad y la realización propias, cuando precisamente la independencia emocional es uno de los pilares para la felicidad, tanto en familia como entre amigos y especialmente en pareja". Nínive Alonso, terapeuta filosófica, ofreció ayer en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón una charla sobre la dependencia emocional y cómo combatirla desde la filosofía griega actualizada, dando algunas claves para detectar este problema.

Alonso señaló como síntomas en pareja algunas acciones como "dejar de quedar con amigos, no hacer actividades propias, reorganizar la vida propia para agradar a la otra persona o agradar constantemente a la pareja estando siempre de acuerdo con ella y autojustificándose", lo que según la experta llevaría a "una relación tóxica".

El miedo constante a la pérdida y la ruptura o alegrarse más de los éxitos del otro que de los suyos propios, junto con el miedo que experimentan algunas mujeres a ser superiores al varón, pensando que solo se experimenta la felicidad con la otra persona, son indicios claros de un problema de dependencia emocional, resaltó Nínive Alonso, que animó a los asistentes a hacer autoexamen. Porque muchas veces el origen del problema radica en "una inseguridad física, inseguridad mental, falta de ideas propias y criterio, baja autoestima, sentimiento de inferioridad, falta de independencia laboral o baja cultura, que hace que haya gente que no sabe hacer nada por sí misma, desde salir a comer o viajar sola".

Las redes sociales acentúan estas situaciones, advirtió la experta, quien alertó del riesgo de "pornografiar nuestras vidas y depender de los likes en las publicaciones que hacemos". Para combatir esta dependencia, Alonso habló de la Escuela Helenística de filosofía que considera que "no hay felicidad sin la autarquía, sin ser capaces de bastarnos a nosotros mismos, sin ser autosuficientes". Por eso "no debemos depender de agradar a la sociedad", sino que "debe primar la libertad de expresión, hablar con franqueza. El cosmopolitismo y la austeridad, entendida como no estar acostumbrado a las comodidades", porque, según la terapeuta, "el dependiente emocional tiene todo al revés, son dependientes, obedientes, están sometidos sin normas propias y no están acostumbrados a las incomodidades". Para luchar contra ello habría que "eliminar las cosas que nos producen esa dependencia, analizar y actuar sobre la situación real, hacer una lista de cosas buenas y malas, y ver cómo potenciar las propias fortalezas en busca de una soledad buena, activa".