"Queríamos demostrar que de la cultura también se puede vivir". Bajo esta premisa se lanzaron las gijonesas Macarena y Amaya López Menchero hace algo más de un década a la aventura de abrir un centro de clases de baile en Valladolid. Para lograrlo abrieron las puertas de "Bailarte" de par en par: en sus aulas pueden entrar niños de a partir de cuatro años y adultos de todas las edades, así como cualquier usuario con problemas leves de movilidad o dificultades a la hora de relacionarse. El negocio no sólo funcionó, sino que ahora está sirviendo de ejemplo para iniciativas similares y para desterrar "el falso mito de que sólo puedes bailar si te lo tomas en serio". La última prueba fue el galardón otorgado por la Cámara de Comercio y el Ayuntamiento de Valladolid como la mejor iniciativa empresarial consolidada de este año. Las hermanas, ahora, sueñan con poder abrir en el futuro un centro de baile en su ciudad.

Las hermanas explican que siguen teniendo que defender su oficio como bailarinas. "Cuando decimos a qué nos dedicamos siempre nos preguntan cuál es nuestro trabajo 'de verdad'. Nadie se cree que podamos vivir de esto; aún parece un sector cultural restringido a sólo unos pocos", comenta Macarena López. "Nuestro sueño siempre fue montar una escuela de baile y queríamos poder abrirla en Gijón, pero de momento eso no pudo ser. En Valladolid, al menos, teníamos claro que dejaríamos bailar a cualquiera que quisiese intentarlo, algo que hasta entonces no se veía en casi ningún sitio", añade la docente, que asegura que ahora dan también clase a pequeños que les vienen derivados de su psicóloga infantil. "El baile, en estos casos, también es una terapia", concreta le experta.

La pareja coordina actualmente a un equipo de nueve profesores especializados en ballet, flamenco, danza estilizada, estilo urbano y contemporáneo y jazz. Aunque vieron truncado su sueño de volver al norte, visitan frecuentemente la ciudad con sus alumnos para ver espectáculos en el Jovellanos y en La Laboral. "Nuestra metodología partió de la idea de que los niños deben estar motivados y en Gijón la oferta cultural es inmensa", aclaran.