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FERNANDO AZPIROZ | Jesuita en Macao (China) al cuidado de refugiados, ancianos y leprosos, imparte hoy una conferencia en Gijón

"La lepra en China está casi erradicada, la batalla ahora es integrar a esa gente"

"Tanto las comunidades cristianas - protestantes como las católicas - están creciendo en toda Asia"

Fernando Azpiroz, ayer, en Oviedo. JORGE CEREIJIDO

Durante 70 años, el jesuita gijonés Luis Ruiz Suárez, fallecido en 2011 a los 97 a los, dedicó su vida al cuidado de los más desfavorecidos en Macao, una región administrativa especial en China. Dio servicio a refugiados, ancianos y leprosos y acabaron por llamarle "El ángel de Macao". Durante unos años compartió labor con el también jesuita Fernando Pablo Azpiroz Costa (Buenos Aires, Argentina, 1967), que ahora es el director de la obra de la Compañía de Jesús en el país oriental. Esta tarde impartirá una conferencia sobre su labor y el legado de Luis Ruiz. Será en la Escuela de Comercio de Gijón (calle Tomás y Valiente) a las 19.30 horas. Mañana viernes, a las 19.00 horas, será en el Club de Prensa LA NUEVA ESPAÑA de Oviedo.

- ¿Cómo era el padre Ruiz?

-El padre Ruiz empezó su vida como un refugiado. Tuvo que dejar China tras la guerra civil y llegó a Macao sin un lugar para vivir. Enfermo y sin nada. Le acogió la diócesis de jesuitas en Macao, como un refugiado, empieza a vivir con ellos y se sensibiliza con los miles de personas que tuvieron que dejar China para buscar en Macao un lugar donde poder estar. Así empieza su vida, no haciendo grandes planes sino mirando la necesidad de cada día de las personas y siendo sensible a eso.

- ¿Cómo era trabajar con él?

-Llegué en 2005 y él ya había tenido un segundo infarto, estaba a punto de morirse. Cuando llegué comenzó a recuperarse poco a poco. Al llegar a Macao le dije: "Luis, vos tenes que estar conmigo al menos dos años para aprender porque yo no sé nada de lo que estáis haciendo aquí". Entonces me respondió que ya veríamos qué hacer, pero volvió al día siguiente y me dijo: "no te preocupes, que sí, que ya lo hablé con Dios" (risas). Y así fue, se recuperó. Era una persona confiada y abierta. La obra del padre Ruiz era la obra de un grupo de gente muy sencilla haciendo cosas paso a paso. Me impresionó como con su sencillez había logrado tanto.

- ¿Cómo es su día a día?

-La organización está en Macao, pero todos nuestros servicios están en China. Estamos en camino visitando las comunidades, algunas en centros del gobierno; las hay de servicio y otras de fe, de pastoral. Son dos mundos distintos, pero siempre aprendiendo y tocando diferentes fibras del corazón de uno.

-Atienden refugiados, leprosos y ancianos, ¿no?

-Los refugiados fue lo que empezó el padre Ruiz en Macao, pero a partir de 1999 comienza a enfocarlo más con los enfermos de lepra en China. Ahora ya no hay refugiados, aunque los enfermos de lepra pueden considerarse como refugiados crónicos dentro de la sociedad. Ahí empieza un gran trabajo, pero luego se fue expandiendo a otras personas que sufren discriminación social como personas infectadas con VIH y sus hijos; también trabajadoras sexuales, es decir, personas en riesgo. Se han ido multiplicando los servicios en relación a personas que viven con lepra y sida.

- ¿Cuánta gente atienden?

-Entre 5.000 y 6.000 personas de forma directa o indirectamente. En leprosarios hay unas mil personas.

- ¿Y cuántos voluntarios son para atenderlos?

-Seremos unos 60 voluntarios y otros veinte de coordinación en la oficina. En total, unas ochenta personas.

- ¿Cómo luchar contra una enfermedad que la sociedad cree desaparecida?

-Es una batalla casi ganada. La lepra en China está bajo control y en vías de quedar erradicada. Quedan unas 300.000 personas. La batalla que hay que vencer es que esas personas puedan ser integradas en la sociedad y que la sociedad se integre en sus vidas. Esa batalla llevará toda la vida. Por eso hablamos de crear comunidades donde haya gente afectada y otra que no, que formen vínculo. En muchas aldeas nuestras, como hay religiosas allí viviendo y atendiendo a los leprosos se crean vínculos con la comunidad local y de a poquito pasan a ser aldeas como cualquier otra. El sida es otra cosa.

- ¿Por qué?

-Va a requerir mucho más tiempo porque todavía hay mucha discriminación.

- Cambia la enfermedad, de la lepra al sida, pero ¿la sociedad sigue siendo igual de despreciativa?

-Es más miedo que desprecio. Hay prejuicios y falta de solidaridad. Miedo por no entender ni conocer, por creer que si están infectadas es porque hicieron algo mal. Pero si hay contactos, hay comunicación. Una relación.

- ¿Cómo se cura la falta de solidaridad?

-Generando contactos. Creando actividades, comunidades integradoras, donde haya diálogo. Es lo que intentamos hacer nosotros.

- Hablaba antes del Gobierno. ¿Cómo es la relación?

-Ninguna relación es sencilla nunca. Es una relación de colaboración, de trabajo. De hecho, la mayoría de nuestro trabajo la hacemos en centros del Gobierno. Lo que hacemos en nuestros centros lo hacemos con la venia del Gobierno. La nuestra es una relación de mutuo aprendizaje. Ellos nos han invitado a hacer ciertas cosas donde tienen limitaciones. Además, en China son muchos gobiernos y muchos ministerios. Con unos hay buena relación y con otros se requiere más tiempo.

- Pero no es Gobierno amigo de las religiones.

-Nosotros hacemos un trabajo de servicio, pero no evangelizador. Evitamos presentarnos como misioneros, nuestra función ahí es un trabajo de la Iglesia, que es un trabajo de servicio, y en la medida que seamos fieles a eso, el Gobierno lo respeta. Tratamos de evitar un trabajo más pastoral, eso no nos corresponde

- Dicen que en Asia está al alza el cristianismo.

-Está creciendo. Tanto las comunidades protestantes como las católicas. Hay parte de China donde la Iglesia crece, pero hay otras donde es un muy débil. No obstante, de a poquito va creciendo.

- ¿Cuál es el futuro de la relación?

-En la medida que se siga dialogando, que se mantengan las puertas abiertas del lado del Gobierno y la Iglesia se irá madurando. Habrá idas y venidas, no será un proceso lineal, pero irá madurando y hacia una relación mejor. Luego está la relación Vaticano y Pekín, pero eso es otro mundo, aunque creo que será positivo.

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