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Deniegan a un gijonés una indemnización al dudar que la muerte de su padre fuera accidental

El fallecido cayó con su coche al agua en El Musel en agosto de 2017 y la familia planteó que pudiera haber sido una indisposición o un deslumbramiento

Muelle de El Musel. MARCOS LEÓN

La Justicia asturiana ha denegado la indemnización que un hijo reclamaba a una aseguradora después de la muerte de su padre en un accidente El hombre falleció al caer con su coche al agua en Gijón y su familia ha tenido que verse en la tesitura de intentar explicar ante los jueces lo inexplicable.

La víctima tenía contratado un seguro combinado de decesos y accidentes laborales en el que el heredero recibiría una indemnización de más de 31.000 euros siempre y cuando la muerte fuese violenta, súbita, externa y ajena a la intencionalidad del asegurado. Así lo creía el hijo del fallecido, que expuso distintos argumentos para demostrarlo durante una investigación judicial, y posterior juicio, que llevó incluso a la reconstrucción del accidente y a contratar un detective.

Pero como se encarga de reseñar la jueza de la Audiencia Provincial, en el caso de las indemnizaciones de seguros no ocurre como en el de la justicia, donde rige el precepto de que "en caso de duda, el beneficio es para el reo" (in dubio pro reo). Al no existir la máxima de "in dubio pro asegurado", le corresponde a las familias afectadas por casos semejantes componer toda una prueba que arroje claridad sobre la accidentalidad, ya que las dudas razonables sobre que una muerte pueda ser causada "consciente y voluntariamente por el propio asegurado" juegan a beneficio de las aseguradoras.

Y así ha ocurrido en este caso, que se remonta a agosto de 2017, cuando un vehículo se precipitó al mar con su conductor dentro en el muelle de pesca de El Musel. La desestimación del pago la hizo primero una jueza de Primera Instancia y ahora viene avalada por Audiencia Provincial, que incide en que es el beneficiario del seguro quien debe demostrar que el deceso se debió a una causa ajena a la voluntad de la víctima. La muerte de este hombre, que cayó en su vehículo hasta una profundidad de nueve metros, generó incluso el debate público sobre la necesidad de recuperar el servicio de buzos que hasta 2003 existía en El Musel, pues las labores de rescate del coche y el cuerpo sin vida del fallecido se prolongaron durante más de tres horas.

El abogado de la familia puso sobre la mesa varias hipótesis sobre las causas que pudieron originar la muerte del progenitor. Por un lado, se argumentó que podría haber ocurrido que el hombre quisiera frenar y en su lugar aceleró el coche, precipitándose al mar entre dos barcos. También que pudo tratarse de un despiste o deslumbramiento por la claridad del día y del sol al tratarse de un día soleado de agosto. Incluso se apuntó a un posible desvanecimiento. Además, se reflexionó que, teniendo en cuenta el recorrido realizado y que en esa zona del puerto hay unos dos kilómetros sin ningún tipo de valla, "sería más factible pensar que su intención era realmente estacionar el vehículo donde solía hacerlo para ir a pesar". Ítem más. El médico de cabecera del fallecido aseguró tenía prescrito ansiolíticos y antidepresivos, pero por insomnio, "sin haber expresado en los años de tratamiento tendencias suicidas".

Eso argumentos fueron vistos como "meras especulaciones", tanto por el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Gijón como ahora por la sección séptima de la Audiencia Provincial, que entendieron que las causas de la muerte no parece que pudieran haber sido accidentales. ¿En base a qué? Hay dos factores principales que estiman los jueces. Por un lado, las cámaras de seguridad grabaron al coche del fallecido desde su entrada en el puerto hasta el momento de la caída, un recorrido de dos kilómetros que se completa en aproximadamente dos o tres minutos cuando el fenecido empleó veinte, después de quedarse parado unos diez minutos en la explanada del Helimer. El otro factor a tener en cuenta es que la reconstrucción paso por paso de los movimientos hechos aquella tarde por el fallecido, a cargo de un perito de la aseguradora. El vehículo entró en la zona del muelle Rendiello por el centro y, tras detenerse unos segundos, realizó una maniobra de giro hacia la derecha de 90 grados y continuó unos siete metros. Lo hizo "sin alterar la trayectoria hasta precipitarse al mar justo en un hueco entre dos barcos atracados". Explica la sentencia, además, que "en el visionado no se aprecia una conducción errática, ni maniobras evasivas, ni intento de frenada, no existiendo tampoco en el pavimento huellas de frenada".

Reconstrucción

ReconstrucciónLuego, en la vista oral, el guardia civil que realizó la reconstrucción, con el mismo vehículo, detalló que para realizar el giro a la derecha de 90 grados "necesitó dar dos vueltas de volante para poder seguir con la trayectoria en línea recta y poder encarar perpendicularmente el borde del muelle". Un giro que a los juzgadores les dé a entender que solo pudo ser voluntario. El conductor se precipitó al agua y su coche se hundió, con él dentro, hasta una profundidad de nueve metros. Bomberos de Gijón, Salvamento Marítimo, Guardia Civil, Policía Local y ambulancia llegaron de inmediato, pero nadie podía descender hasta esa profundidad. El incidente se produjo sobre las 17.10 horas y no fue hasta las 20 horas que pudieron sacar del agua el vehículo. Al final, la recuperación del cadáver se demoró a la espera de la llegada del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS).

La muerte de este hombre generó incluso un debate en el plano político municipal sobre la necesidad de recuperar el servicio de buzos que existía en El Musel hasta 2003. Fue el grupo municipal de Xixón Sí Puede -hoy Podemos-Equo- quienes recordaron que estos buzos cumplían una serie de funciones como limpiar la lámina de agua del Puerto Deportivo y El Musel, medir la altura del agua sondeando para elaborar las tablas de mareas o llevar a los fareros las balizas de las Amosucas, entre otras funciones. A su juicio ese servicio hubiese podido acelerar las labores de rescate del fallecido.

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