A los viejos rockeros de la Asociación de Amigos del Natahoyo les gusta comer y les gusta dar premios a sus vecinos. Y por eso repiten, año tras año, lo uno y lo otro. Esa vez la comida ya tiene fecha, el próximo cinco de octubre en el Savannah, y el homenaje ya tiene destinatario: el Club Natación Santa Olaya. Una placa dará constancia del reconocimiento de los vecinos al club por "la promoción del deporte de la natación en el barrio y por su trayectoria deportiva". "También habrá unas placas más pequeñas para los mayores de la comida", matiza Joaquín Cipitria desde el equipo organizador

Es casi un autohomenaje porque muchos de los hombres que se sentarán el sábado a recordar sus tiempos de juventud entre astilleros, fábricas y pedreros como vecinos del barrio aparecen también en las fotografías en sepia que ilustran la memoria del nacimiento de un club donde los socios, faltos de piscina pero rebosantes de vitalidad, se construyeron su propia pileta a pico y pala robándole el espacio al mar. Eran esos "pioneros" a los que se recordará durante la celebración con una exposición fotográfica y que, organizados en otro grupo, también se reúnen anualmente para rendir homenaje a los colegas.

"El club lo hicimos los amigos que parábamos en la puerta del Sol. Todos los barrios tenían un equipo de fútbol pero uno de los nuestros dijo que de natación... y acabamos haciendo una piscina", recuerda sonriente desde sus 92 años, Juan José Boadella "Chani" en su doble condición de Amigo del Natahoyo y Pionero del Santa Olaya. "Chani" se ríe al recordar aquella primera competición en la que se enfrentaron con los grandes de la natación asturiana y "quedamos los últimos. Bueno, el de los 1.500 todavía debe estar nadando".

Claro que eso fue a principios de los años cincuenta del siglo pasado. Ahora el Santa Olaya sabe lo que es ganar. Dentro y fuera de las piscinas porque con sus más de 16.000 socios es todo un referente deportivo y social más allá de las fronteras de su barrio querido.