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Día Mundial de la Arquitectura 2019

Sombreros arquitectónicos

Las cúpulas, convencionales o extravagantes, transformaron el perfil urbano de Gijón hace ya más de un siglo

Sombreros arquitectónicos

Durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX las cúpulas fueron el elemento más llamativo y singular de las construcciones civiles, tanto públicas como privadas. Si la chistera y los sombreros rimbombantes eran en esa época el complemento clave de un atuendo distinguido, existió un cierto paralelismo entre arquitectura y moda por lo que podemos hablar de auténticos "sombreros arquitectónicos".

La arquitectura de influencia francesa tendrá en este tipo de remates su signo distintivo, elementos que encajaron como un guante dentro del repertorio ecléctico con el que se vistieron todo tipo de inmuebles y, en especial, los edificios de viviendas de mayor rango. Durante el cambio de siglo, el modernismo tampoco dejó pasar la oportunidad de incluirlos mediante diseños imaginativos en los que tuvieron cabida diversos materiales como la cerámica que los dotaron de una especial carga expresiva.

La introducción de nuevas normativas urbanísticas para mejorar el tránsito en las confluencias de calles, sustituyendo las esquinas por rotondas y chaflanes, también favoreció este tipo de remates, así como la irrupción del hierro como material constructivo para la fabricación de los armazones -sólo o combinado con madera- mientras el empleo de piezas seriadas de zinc como recubrimiento permitían que estos grandes volúmenes contasen con relativo poco peso y fuesen fáciles de montar a modo de un mecano gigante.

En Gijón su presencia es constante desde comienzos de la década de 1890 hasta mediados de la de 1910, sumando dos decenios en los que la arquitectura burguesa tuvo en estos elementos un símbolo de estatus que venía a ensalzar socialmente tanto a los propietarios como a los inquilinos de estos edificios cupulados. Tampoco faltaron adaptaciones a viviendas unifamiliares ni a obras menores más modestas -como los quioscos de prensa y música, panteones o pabellones de feria- pero con pretensiones.

Entre 1892 y 1913 casi una veintena de proyectos -algunos finalmente no realizados por ajustes presupuestarios- se trazaron para ser levantados en Gijón por arquitectos de la talla de Mariano Marín Magallón, Luis Bellido, Manuel del Busto y Miguel García de la Cruz, si bien el pionero a este respecto fue el arquitecto Mariano Medarde en 1892 con el diseño de la propiedad del duque de Riánsares en la confluencia de las calles Capua y Marqués de Casa Valdés, demolida a finales de la década de 1970.

Hoy apenas quedan unas pocas cúpulas originales. Unas fueron desapareciendo según el tiempo las deterioraba y los propietarios optaron por su eliminación para ahorrar presupuesto en mantenimiento y otras lo hicieron junto con el edificio que las sustentaba durante la vorágine desarrollista.

Algunas han vuelto años después, unas reconstruidas gracias a las directrices del Catálogo Urbanístico otras añadidas a edificios que originalmente no las tuvieron, fruto de recrecidos y de las nuevas tendencias estéticas retro de la posmodernidad, utilizándose generalmente en las nuevas el cobre como recubrimiento en vez de la chapa de zinc tradicional.

Convencionales o extravagantes, desaparecidas o existentes, recordamos aquí en este Día Mundial de la Arquitectura las cúpulas de algunos de los edificios que transformaron el perfil urbano de Gijón hace ya más de un siglo.

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