Las incógnitas siguen rodeando al trágico crimen del bebé de Nuevo Rocesque conmocionó por su brutalidad a Gijón y que acaba de dar un sorprendente vuelco. La principal acusada, la madre biológica del recièn nacido que apareció muerto en un contenedor tras ser apuñalado, ha optado por cambiar su versión inicial, en la que exculpaba a su pareja sentimental, con el que convivía en un piso de la calle Jenaro Suárez Prendes de en frente del depósito de basura donde depositaron al bebé, con un ensañamiento espeluznante. Silvia A. M., de 28 años y en prisión provisional en la unidad terapéutica y educativa de la cárcel de Asturias, asegura ahora que fue su novio, Daniel B. S., quien se llevó al niño nada más dar a luz y que el bebé seguía vivo cuando salió de casa con él dentro de una mochila. No obstante, el joven de 27 años sigue manteniendo que desconocía siquiera que su novia estaba embarazada. Dos versiones enfrentadas, ambas con muchas fisuras, sobre las que la Justicia deberá profundizar con la ayuda de los resultados de las pruebas biológicas obtenidas, que presumiblemente arrojarán luz sobre este oscuro asesinato.

La mujer aseguró en su primera declaración, cuando fue detenida junto a su novio el sábado 21 de septiembre, que había ocultado a todo el mundo su embarazo, que dio a luz sola en su piso de Nuevo Roces y que luego tiró al bebé a la basura. Nunca reconoció, ni antes ni ahora, que lo hubiese apuñalado. Esa declaración permitió que su pareja, detenido a la vez por el mismo delito, eludiese la prisión provisional a condición de comparecer a diario en el juzgado. En cambio, mientras la investigación seguía su curso, la presunta parricida optó por variar sustancialmente su primera versión para responsabilizar de lo ocurrido a su novio.

En su segunda declaración, la acusada apuntó que una vez dio a luz, sola, y su pareja se enteró del alumbramiento, el chico se mostró violento al pensar que el bebé no era suyo, pues ni sabía que estaba embarazada. Ante la jueza aseguró que no mantenían relaciones sexuales desde hacía tiempo. Ella, en cambio, afirma que sí es el padre del bebé. Según la versión de Silvia A. M., fue Daniel B. S. quien metió al niño en una mochila al poco de nacer y se lo llevó de casa. Al parecer, tal y como apunta ella, con la intención de dejarlo en un centro de salud o similar.

Un vecino que rebuscaba entre la basura encontró la mochila en un contenedor sobre las dos y media de la madrugada del 2 de agosto y allí se dio de bruces con el macabro hallazgo de un bebé lleno de cortes y con mucha sangre, con el cordón umbilical colgando y semienvuelto en la placenta. La principal incógnita ahora es determinar por qué entonces, al enterarse del brutal asesinato de su hijo, permaneció en silencio, siguió paseando al perro por el barrio y haciendo vida normal y hasta se fue de vacaciones unos días con su novio fuera de Gijón. Su justificación ahora es que le tenía miedo a Daniel B. S., quien se mantiene en que Silvia A. M. actuó a sus espaldas y por su cuenta, ocultándole el embarazo. Ante estas dos versiones opuestas se realizó un careo entre ambos acusados el pasado fin de semana, en el que ambos mantuvieron sus respectivas versiones.

La autopsia confirmó que el bebé había nacido sano, sin patologías aparentes, y tras una gestación completa. La causa de la muerte fueron las puñaladas -algunas muy profundas y repartidas por todo el cuerpo del recién nacido- realizadas con un objeto punzante que podría ser un cuchillo. Pese al brutal ensañamiento que existió, ni Silvia A. M., ni Daniel B. S. parecieron inmutarse lo más mínimo cuando vieron las fotografías del cuerpo sin vida del bebé, ni ante la policía ni en el juzgado. Esa frialdad y esa falta de empatía ante el ensañamiento de la muerte del recién nacido es posible que motiven la realización de una valoración psiquiátrica en profundidad de ambos investigados a lo largo de la instrucción, cuyas actuaciones siguen siendo reservadas a pesar del levantamiento del secreto de sumario. No obstante, ya tras ser detenidos y declarar ante la magistrada de guardia se les realizó una primera valoración psicológica. No constan antecedentes psiquiátricos en ninguno de los dos investigados.

Los resultados de las muestras biológicas y las pruebas obtenidas durante las pesquisas arrojarán más luz a un caso en el que las versiones de los acusados están plagadas de lagunas y contradicciones.