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La artesanía de Gijón se abre camino en Asia

Margot Cembreros acaba de participar en ferias en Uzbekistán y Kazajistán, unos mercados en los que "el producto se valora"

La artesana, con una participante en la feria uzbeka.

De su pequeño taller de Portuarios a Ubzbekistán y Kazajistán. La artesana Margot Cembreros fue el pasado verano pionera en una feria mundial celebrada en Uzbekistán, la Handicraft Festival Kokand, en la que participó tras una selección junto con otra española, la aragonesa Sara López.

Especialista en marroquinería, aunque empezó haciendo juegos de mesa de forma artesanal, la llanisca asentada en Gijón desde hace años fue tuvo la oportunidad de vivir una experiencia "única, en un país en el que la artesanía no se concibe como aquí, como artículos de regalo, sino que forma parte de su día a día; los artesanos son los que elaboran los objetos de uso diario", señala tras su viaje. Una experiencia a la que llegó de la mano de la asociación nacional del gremio de artesanos. "Me propusieron presentarme para asistir, lo solicité y fui seleccionada", relata.

En Uzbekistán participó en la feria con sus productos de cuero junto con otros 370 artesanos de 78 países, en un evento que fue inaugurado por el Presidente de Uzbekistán y con la presencia de diez ministros de cultura y altos cargos de diferentes países. "Fueron unos fastos como de Juegos Olímpicos, una organización increíble", relata la artesana, encantada con el recibimiento de "un pueblo amable y acogedor, obsesionado con nuestra seguridad y con pocos recursos".

Los objetivos de Cembreros, además de la venta directa, eran los de abrir nuevos mercados internacionales, afianzar las ventas a través de Internet (con pedidos ya de toda Europa y de numerosos países de otros continentes) y "potenciar mi marca, 'Juegos del mundo' así como la cooperación con otros talleres e instituciones".

No vendió demasiado, pero a través de una conocida que también participaba en la feria de Uzbekistán, le llegó una invitación para asistir en octubre a otra feria en Kazajistán, donde pudo impartir un par de clases y conocer a más artesanos de todo el mundo.

La gijonesa trata de hacerse hueco con su página web en un mundo cada vez más tecnológico en el que "las redes son fundamentales", y también imparte clases en su taller o allá donde la llamen, porque "vivir exclusivamente de esto es complicado". Incluso de Alemania le han llegado alumnos. Y ahora espera que las ferias internacionales en mercados como el de Asia acaben de darle un impulso al negocio, a imagen de lo que sucede en aquellos países. "Allí la artesanía se valora mucho", resume.

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