"No es el Jovellanos que pintó Goya, o sea, el ministro, sino otro más humano". Fue la introducción que hizo ayer Pablo Vázquez Otero, licenciado en Historia y guía turístico oficial del Principado, a su charla "Acercándonos a Jovellanos, vecino de Gijón". Un ejemplo: "Por sus amigos, sabemos que en su etapa sevillana tenía gran éxito entre las mujeres". El ilustrado, persona de gran aplicación en los asuntos por los que se sentía concernido, y fueron muchos, era extraordinariamente reservado con su vida íntima. Aun así, vamos sabiendo por páginas interpuestas firmadas por conocidos e investigadores cómo era el insigne gijonés de Cimadevilla.

"Parece claro que fue una persona extremadamente generosa, alguien con muchos matices que, pese a recibir bofetadas, mantenía siempre la cercanía y el buen talante", explicó Vázquez Otero. Éste es vocal, además, del Foro Jovellanos, la entidad que organizó ayer la charla en el Centro Municipal de El Llano.

Es un primer paso para ir sacando a los barrios gijoneses algunas de las actividades de la citada institución, que se celebran normalmente en el Museo Natal Jovellanos, en Cimavilla. "Hay que salir del área de confort y dar a conocer la figura de Jovellanos en distintas partes de la ciudad", indicó Vázquez Otero, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA y autor de la serie "De viaje con Jovellanos", que publica semanalmente este diario.

El estudioso hizo ayer en El Llano un entretenido recorrido por la peripecia vital de Jovellanos. Ayudándose de imágenes alusivas, tiró de algunos de los hilos de la biografía del prócer: desde su implicación y defensa de infraestructuras como la Carretera Carbonera o la salida de Asturias a la Meseta por Mieres del Camino y Pajares, a su querido Real Instituto de Náutica y Mineralogía.

"Son charlas divulgativas sobre una persona que era generosa, poco egoísta, con una mente privilegiada y del que no sabemos de dónde sacó el tiempo para llevar adelante tantos proyectos, escribir mucho, leer y estudiar idiomas", hizo resaltar Vázquez Otero. Éste habló también de aspectos menos conocidos de la compleja personalidad de Jovellanos, de quien se dice que hasta María Luisa de Parma, reina consorte de España por su matrimonio con Carlos IV, le ponía ojos. "Creo que sabía que sus diarios serían leídos por las generaciones futuras y que por eso mostraba reservas con su vida menos pública", hizo resaltar el estudioso. Aun así, sabemos que Jovellanos tenía sus "debilidades": era hipocondríaco y sufría con frecuencia problemas estomacales.