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Guía turístico y miembro del Foro Jovellanos

De Carrió a Avilés con el conde de Peñalba

Antiguo puente de San Sebastián, en Avilés.

El 27 de septiembre de 1790 Jovellanos ponía fin a su primera expedición minera llegando a Gijón desde Villaviciosa. Días después, sin apenas descanso, parte de nuevo dando inicio a la segunda expedición.

Nuestro equipaje está listo, así que, sin mas dilación, nos dejamos guiar por nuestro ilustrado.

El lunes 11 de octubre de 1790, bien de mañana, sale de Gijón y se encamina hacia el oeste, acompañado de otras personas que ahora veremos, entre ellos su gran amigo, el candasín Carlos Benito González de Posada y Menéndez.

Creo necesario hacer aquí una pequeña mención biográfica de este personaje tan ligado a Jovellanos y que aparecerá repetidamente en estas páginas. El canónigo, lingüista, poeta e historiador, nació en Candás en agosto de 1745, en Oviedo obtuvo el grado de bachiller en Artes y en Sagradas Escrituras, en Madrid consiguió cátedra de Latinidad y es donde entabla relación con personajes influyentes como Campomanes y el propio Jovellanos.

Fue canónigo magistral y vicario general de Ibiza, pero en 1792 de regreso a la península tomó posesión de una canonjía en Tarragona, donde residiría hasta su muerte, el 13 de marzo de 1831. La amistad con Jovellanos siempre se mantuvo y la correspondencia entre ambos es ingente y de temática variopinta.

Así escribe Jovellanos: "Lunes, 11 de octubre. Salimos de Gijón por la mañana el señor magistral de Ibiza, señor conde de Peñalba, su hijo Juanín y yo. A Carrió, una legua larga; bella mañana; comimos en Carrió, en la casa de la condesa, que está con toda la familia. Comió allí el señor lectoral de León, Villar, los curas de Logrezana y Albandi. Paseo por la tarde; allí dormimos".

Como vemos, en su camino no le acompaña solo González Posada sino también el conde de Marcel de Peñalba y el hijo de éste a quien cariñosamente don Gaspar llama Juanín. Van hasta Carrió, ya en el concejo de Carreño, donde se alojan y pasan aquella noche.

Vamos a desgranar esto y saber quién es quién en este párrafo. El primer conde de Marcel de Peñalba fue García de Valdés Osorio Doriga y Tineo, por concesión de Felipe IV en 1649. Este primer conde había nacido en Cangas del Narcea en 1600 y fue capitán general del Yucatán y alférez mayor de la ciudad de México. Pero el V conde de Marcel de Peñalba fue Baltasar José de Cienfuegos y Caso que en terceras nupcias casó con Benita, la hermana de Jovellanos, ya lo mencionamos cuando nuestro viajero pernoctó en el Palacio de Sorribas en Sevares.

El V conde casó en segundas nupcias con María Josefa Velarde Queipo de Llano y tuvo en descendencia a Rodrigo Antonio González de Cienfuegos y Velarde que sería el VI conde de Marcel de Peñalba, mencionado en el texto, y este a su vez casó con María Bernarda de Carrió Argüelles Miranda de quien tuvo al tal Juanín, que sería Juan González de Cienfuegos y Carrió, nacido en 1777, con lo cual tenia 13 años cuando en este párrafo acompaña a don Gaspar saliendo de Gijón.

Imposible reconocer hoy lo que sería Carrió en 1790, una zona que está totalmente transformada por las industrias colindantes, fábrica de cementos, central térmica, parque de carbones o depuradora de aguas residuales de Aboño no nos permiten vislumbrar el viejo Carrió que vio Jovellanos.

Y muy difícil resumir en dos líneas la historia del palacio de Carrió donde se alojó, propiedad en aquel momento de estos condes de Marcel de Peñalba.

El VI conde y María Bernarda de Carrió citados en el texto, se casaron el 20 de agosto de 1775 y fueron señores de este palacio que fue propiedad a principios del XVIII de Jerónimo de Carrió y Bernaldo de Quirós, abuelo de la citada María Bernarda. Este hombre tenia los derechos de barcaje para atravesar el río Aboño. Hasta 1995, cuando fueron retirados, se conservaron en el palacio dos escudos con las leyendas "después de Dios la casa de Quirós" y "El noble linaje de los Carrió es de mucha antigüedad y nobles hidalgos".

La casa hoy, con su gran finca, son propiedad de la cementera y su estado es ruinoso y triste.

A la mañana siguiente y pasando por Tamón, Jovino visita una mina de carbón y llega a Avilés, así nos lo cuenta: "Hoy martes 12, a las nueve y media salimos los mismos y Miranda; fuimos a la parroquia de Tamón, y vimos allí una mina de carbón; la veta está horizontal; tiene encima una capa de piedra arenisca y hay sudaderos de agua, por lo cual y porque el ancho de la veta es como de medio pie solamente, temo que sea de corta utilidad. Sin embargo, Miranda quedó en sacar muestras y en hacer prueba de quemar un calero con este carbón, y avisar de todo. Seguimos a Avilés; regular camino; buen país; un buen trozo a la entrada; graciosa población, alegre, bien situada y en terreno regularmente fértil y agradable".

Apenas 10 km separan Carrió y Tamón pasando por la que hoy es la AS-19, y allí, como tenía previsto en sus expediciones, visita una mina de carbón, antes de acercarse para comer en Avilés.

Añade don Gaspar "paseo con D. Rodrigo Ponte, al puente; vimos antes la calzada y puente para ir a La Merced, obra del obispo de Canarias, Valentín Morán. Malecón; aceñas de Camposagrado, con tres piedras; muelen en bajamar y cesan en llena. Conversación sobre aprovechar más de cuatro mil días de bueyes de tierra que ocupa el estero, cerrando el puente con compuertas. Tiene inconvenientes; sería mejor traer el río grande por detrás de la venta de San Sebastián, y el otro por detrás del lugar; podría entonces cultivarse toda la vega. Bebimos en la venta de San Sebastián, que lleva Ignacio González Bango, casado con Ramona Álvarez Veriña, hermana de Alfonsín. Tiene una hija de linda figura, despierta y bien criada; conversación sobre el pleito".

Pasea con Rodrigo de Llano Ponte y Cuervo Arango, oriundo de Soto del Barco y nacido en 1739. Fue caballero de la Orden de Santiago y alférez de las Reales Guardias. Los Llano Ponte tenían palacio en la actual calle La Estación del barrio de Sabugo, hoy no conservado, pero, precisamente pocos años atrás, en 1774, por una permuta con el indiano Rodrigo García Pumarino pasó a sus manos el palacio sito en la plaza del ayuntamiento y que hasta hace unos años fue sede de los multicines Marta.

Juntos se dirigen hacia el llamado puente de San Sebastián, aún hoy existente como paso al centro Niemeyer, aunque nada que ver con el originario de piedra. El antiguo se ubicaba en frente de una de las puertas de las murallas medievales, a la altura de la actual calle de Los Alfolíes por detrás de la antigua San Nicolás de Bari y comunicaba por encima de la ría, con el barrio de San Sebastián, la ermita y la venta donde Jovellanos y su anfitrión paran a beber y hasta donde nombra al propietario. El primer puente resistió desde el siglo XVI hasta finales del XIX cuando se hizo el primero de hierro.

Pero antes se acercan a las actuales plazas de La Merced y del mercado, zonas muy modificadas en relación a lo que don Gaspar vio en 1790. Pero eso lo veremos en el próximo capítulo.

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