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Aumentan los avisos al 112 por usuarios que fingen convulsiones y desmayos

Los "pacientes" simulan ataques repentinos para preocupar a su entorno l "Un médico de Urgencias no está para eso", lamentan los sanitarios

Aumentan los avisos al 112 por usuarios que fingen convulsiones y desmayos

Un marido inconsciente y boca abajo en la calle de una urbanización, una mujer desmayada en la bañera tras discutir con sus hijas, una joven que empieza a convulsionar de repente... El ser querido que se topa con cualquier de estas escenas hace lo propio: llamar a Emergencias e insistir en que les envíen inmediatamente una ambulancia. Y en la centralita del 112 se activan los protocolos y se deriva al recurso sanitario disponible y más apropiado para atender sus sospechas diagnósticas: un ictus, una arritmia, un traumatismo craneoencefálico, una tentativa de suicidio... Pero a su llegada el personal médico empieza a tener dudas. El paciente tiene los ojos cerrados y no contesta ni reacciona a los zarandeos, sí, pero sus constantes vitales no mienten: está despierto. Los sanitarios los llaman los "falsos inconscientes" y en el área sanitaria gijonesa son cada vez más frecuentes. Se trata de usuarios que, en plena crisis familiar o de pareja, deciden dar un "susto" a sus seres queridos para recuperar su atención.

En estas situaciones el personal sanitario no tarda demasiado en darse cuenta de que el "paciente" está fingiendo. Puede cerrar con fuerza los párpados y simular temblores similares a los de las convulsiones de las películas, pero no puede controlar su presión arterial, sus niveles de saturación de oxígeno ni la reacción de sus pupilas. Ante la indignación de los testigos que ven cómo el médico anima al usuario a despertarse, en muchos casos el equipo sanitario aboga por desalojar la habitación o lo llevan hasta la ambulancia. Y ya una vez a solas la verdad sale a la luz: "Mi novia me quiere abandonar", "a mis hijas no les gusta mi nueva pareja", "mi padre no me hace caso"... Los más rebeldes mantienen su actuación hasta el hospital, dejando en el aire la mínima posibilidad de que de verdad le esté pasando algo.

Según los empleados de las ambulancias del área V, este tipo de casos son cada vez más frecuentes y abundan en gente más bien joven de, como mucho, unos 40 años. Suelen reaccionar así en mitad de una crisis familiar o de pareja que esperan solucionar dando un "susto" a sus seres queridos pero que, en realidad, lo único que hace es lastrar la efectividad del sistema sanitario. Asturias tiene una UVI-Móvil por cada área sanitaria (a excepción del área II, en el suroccidente, que no tiene ninguna) y se activa en situaciones en las que se considera que hay una emergencia grave. Hasta que no termina ese servicio, el resto de urgencias de todo el territorio se solventan con ambulancias básicas o con personal de centros de salud cercanos a la zona del incidente. Los desplazamientos para atender a usuarios que solo fingen estar enfermos para llamar la atención de sus seres queridos puede impedir que otro vecino que sí sufra un ataque grave minutos después no pueda ser atendido de forma inmediata.

El psicoanalista y psicólogo clínico Francisco Estévez considera que este problema al alza demuestra la incapacidad que buena parte de la sociedad tiene de cara a gestionar las contradicciones de su vida cotidiana. "Cada vez cargamos sobre el sistema sanitario más cosas que no tienen nada que ver con él e intentamos que nos solucionen desde una dimensión física algo que, sobre todo, es psíquico", lamenta, aunque matiza también que buena parte de estos "falsos inconscientes" tampoco tienen mucho que hacer en un recurso de salud mental. "Que te deje la novia te puede provocar malestar, pero es ley de vida. Un médico de Urgencias no está para eso y tampoco lo estamos los psicólogos. Las contrariedades cotidianas siempre han existido y no tienen que convertirse en una enfermedad", matiza. "Ni la UVI-Móvil ni Salud Mental están para atender tonterías; nos falta mucha educación sanitaria", sentencia.

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