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La cimentación del edificio, caballo de batalla de Luis Moya

La torre y su cimentación presentó dificultades muy grandes en el desarrollo de la obra. Todo, para poder sujetar una mole de 120 metros de alto. El problema era el terreno del entorno donde se ubica el edificio más alto de Asturias, de muy mala calidad, por lo que tras los necesarios estudios se estimó necesario ejecutar 117 pilotes de 630 milímetros de diámetro y de una profundidad media de 9 metros, lo que dio una profundidad total de perforación de más de un kilómetro. Estos pilotes se rematarían en su parte superior por una losa de 19 metros de lado y una altura de 1,5 metros con un peso aproximado de 1.000 toneladas, empleando unos 550 metros cúbicos de hormigón y unos 38.000 kilogramos de armadura metálica, racionada en esa época hasta para los privilegiados constructores de este edificio. Todo ello serviría de apoyo a la torre, con un peso estimado, según los expertos de 9.500 toneladas, ¿Y el coste de esta cimentación? Ascendió a unos dos millones de las antiguas pesetas, una fortuna para la época, que suponía un coste mucho más elevado que el previsto inicialmente.

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