Gaspar Melchor de Jovellanos se despidió ayer otra vez de Gijón desde su casa natal de Cimavilla, en forma de lienzo y óleo gracias a los pinceles de Francisco de Goya y Lucientes. Durante un mes, del 8 de noviembre al 8 de diciembre, su retrato ejecutado en 1798 se pudo ver en el Museo Casa Natal por primera vez y ayer recibió a los últimos visitantes de los más de 6.000 que pasaron por el museo antes de retornar a su "casa" del Museo Nacional del Prado, en Madrid, donde se custodia desde 1974, año en el que fue adquirido por el Estado a los herederos de la vizcondesa de Irueste.

A mediodía se celebró una visita guiada, que llevó a los visitantes ante el retrato de Jovellanos realizado por Goya posiblemente en el Real Sitio de Aranjuez y cuando el ilustrado gijonés había llegado al puesto de mayor responsabilidad de cuantos ejerció: el de Ministro de Gracia y Justicia.

Tras contemplar el retrato, en el que Goya muestra a Jovellanos "en un momento crucial ", según apuntó el mierense Javier Barón, jefe del Área de Conservación de Pintura del siglo XIX del Museo Nacional del Prado, en "un punto de inflexión y con el deseo de intervenir en la vida pública y de llevar a cabo todos los proyectos ilustrados", la visita guiada prosiguió en la primera planta, donde el público pudo ver la exposición permanente que acoge diversos muebles y enseres que pertenecieron al patricio gijonés.

Ha sido la tercera vez que el retrato de Jovellanos pintado por Goya (205 centímetros de alto y 133 centímetros de ancho) se exhibe en Gijón (las dos anteriores por sendos acontecimientos jovellanistas). En su ficha del Museo Nacional del Prado se explica que el entonces Ministro de Gracia y Justicia de Carlos IV aparece "sobrio y elegante, no luce ninguna de las medallas o bandas de las órdenes recibidas, sino que se acentúa aquí el carácter íntimo del personaje, su actitud pensativa, con la cabeza apoyada en su mano, posición tradicional, desde el siglo XV, para la representación de la melancolía, que afectaba a los artistas y era símbolo de genialidad creativa. Jovino, 'El Melancólico' fue el apodo que recibió Jovellanos de sus compañeros, en un poema de Juan Meléndez Valdés, y así le representó Goya. En la decoración de la mesa labrada y dorada aparecen los bucráneos, atributos de la melancolía y símbolos de la vanidad del hombre, que sólo en la muerte alcanza la sabiduría divina. Se acentúa aquí, además, su carácter intelectual con la escultura en bronce de Minerva, diosa de la sabiduría y de las artes, que protege con su gesto a Jovellanos. En el escudo de la diosa figuran las armas del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, promovido por Jovellanos".

Tras caer en desgracia en la Corte, Jovellanos fue detenido en su casa natal en 1801 y encarcelado en Mallorca hasta 1808.