"El mundo necesita más ciencia, y la ciencia necesita más personas como Vicky". Con estas hondas y sinceras palabras, y tras prometer que "no vamos a llorar", presentó Marta Novo a su amiga la científica de fama internacional Victoria Sanz Moreno, con la que compartió pupitre "desde el primer día de clase, en 1988". Una relación que siguió durante los cuatro años que coincidieron en las instalaciones del Colegio de la Inmaculada de Gijón, que continúa a día de hoy y que ayer cristalizó cuando Novo hizo de maestra de ceremonias el día que Sanz Moreno recogía su galardón como Estudiantes Distinguida por la Asociación de Antiguos Alumnos.

Respirando hondo comenzó su discurso la homenajeada, que se mostró "muy emocionada". "Es un gran honor ser la tercera mujer que recibe este galardón", aseguró Sanz Moreno, que evocó esos "recuerdos entrañables" que tiene de su paso por el centro educativo. "Aquí hice amigos para toda la vida", remarcó la premiada.

Sin embargo, si en algo hizo especial hincapié fue en "los dos mensajes que más grabados se me quedaron de mi paso por la Inmaculada". De un lado, "saber trabajar en equipo, como hacíamos en los torneos, en los bocatas o en las fiestas". De otro, "intentar contribuir a crear una sociedad mejor". De ambos es la mejor expresión. "Con esos dos pilares me sentí siempre muy preparada para lo que venía", reconoció explicando que "el aprendizaje y la superación sigue a día de hoy".

No obstante, a esa base hubo de sumarse un desencadenante. "Fue en mi primer año de carrera, cuando mi abuela, a la que quería mucho, murió de un cáncer", explicó la química, "ahí me di cuenta de a qué quería dedicarme durante el resto de mi vida: a poner mi granito de arena para entender esa enfermedad".

Hoy, años más tarde, Sanz Moreno dirige un equipo de investigación de una decena de personas en Londres, donde estudia el comportamiento metastásico de la enfermedad en un trabajo que le valió multitud de premios europeos.

"Mi sueño es poder muy pronto traducir el trabajo que estamos haciendo en el laboratorio en nuevos tratamientos para los pacientes de cáncer", explicó.

En vías de cumplir su sueño, ayer pudo disfrutar en el colegio que la vio crecer de un homenaje por "su innegable contribución a la ciencia, pero también por sus valores". Y es que Sanz Moreno es "todo un referente internacional en el estudio del comportamiento de la metástasis", con varios premios europeos a sus espaldas, pero también es "un referente para las mujeres de la ciencia, un ejemplo para los niños por su conocimiento y su creatividad".

Para Novo, las palabras que mejor definen a su amiga Vicky son "apasionada, entusiasta, líder y muy buena trabajadora en equipo". Unas cualidades que no le son innatas, sino que fue aprendiendo en base a dos factores fundamentales: "su familia y el colegio". Sus padres, Esther y Alfredo son, incidió Novo, "un gran ejemplo por sus buenos valores", ya que "siempre le dieron libertad para hacer lo que creyese conveniente".

A ellos se suman Adrián y Alfredo, sus hermanos, que viajaron desde Alemania y Holanda para no perderse el momento. Todo ello conformó la base que hace que Sanz Moreno haya tenido la oportunidad de llevar a cabo "una gran contribución social en la lucha contra el cáncer y una gran labor divulgativa" que le hacen digna merecedora del homenaje que ayer se le brindó.

En el acto también se reconoció como Amigos de la Asociación de Antiguos Alumnos del Centro a Carlos Pérez Álvarez y al jesuita José Manuel Peco.

Igualmente se realizó la tradicional entrega de medallas a los antiguos alumnos de las promociones de 1959 (Bodas de platino), 1969 (Bodas de oro), 1984 (Bodas de zafiro), 1994 (Bodas de plata) y 2009 (Bodas de bronce). Precisamente, el encargado de presentar a esta última promoción, Nicolás Hernández Molleda, alabó que "gracias al colegio hemos conocido gente a la que todos admiramos como profesores y compañeros, y gente que nos enseña lo que es la vida", enfatizando que "gracias a todos vosotros, nosotros tenemos un ejemplo que seguir".