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El veneno que echa el Piles

Las natas que llegan desde el río hasta la playa de San Lorenzo indican la presencia de toxinas en el agua que pueden provocar daños acumulativos sobre la salud

Natas en la playa de San Lorenzo el pasado 3 de agosto.

El pasado mes de octubre aparecían miles de peces muertos en el Mar Menor, debido a las cianobacterias. Una situación que ha abierto un debate en Murcia sobre la restricción del uso de abonos, lo que toca directamente la base de la economía de esa región agrícola, y ya se ha prohibido su utilización en las fincas cercanas a la costa. En Gijón el debate está en si se debe mantener el anillo navegable del Piles para la práctica de piragüismo o hay que dejar fluir libremente el río, evitando el estancamiento del agua, que es una de las condiciones necesarias para que las cianobacterias se conviertan en una plaga.

Las cianobacterias son unos de los organismos vivos más antiguos que hay sobre la tierra. Son bacterias que desarrollaron la capacidad de hacer la fotosíntesis y también se les llama algas verdeazuladas, aunque propiamente dicho no son algas. A su existencia se debe que la atmósfera sea rica en oxígeno y que se hayan podido desarrollar los demás seres vivos que lo respiramos. Su número es ingente por todo el planeta y son en la actualidad los principales emisores de oxígeno a la atmósfera, más que todos los bosques y praderías juntos. Pero tienen su lado oscuro, que es el riesgo que comportan para la salud, que puede llegar a ser mortal, por las toxinas que liberan cuando mueren.

El mayor riesgo se da cuando se producen espumas o natas sobre la superficie del agua, como las que se vieron en la playa de San Lorenzo a finales del pasado verano. Esas natas tienen una alta concentración de toxinas, un veneno que por contacto, ingestión o inhalación puede provocar desde molestias hasta consecuencias graves para la salud de las personas y de los animales.

¿Por qué se da esa situación? Las cianobacterias están de forma natural en el agua. El problema llega cuando mueren después de que se haya producido un aumento ingente de su número.

Se trata de unos organismos con un ciclo biológico anual. En aguas estancadas como las de las lagunas del parque de Isabel la Católica o el anillo navegable del Piles, se produce una explosión en primavera por el aumento de las horas de luz y los nutrientes que porta el agua, nitrógeno y fósforo, que hacen que su población se multiplique exponencialmente, convirtiendo en las zonas infestadas la claridad del agua en un color verdoso en sólo un par de días. Eso pone en marcha una bomba de relojería que suele estallar a partir de julio, cuando comienzan a menguar los días y la reducción de horas de luz hace que buena parte de las cianobacterias empiecen a morir. El primer pico de mortandad masiva suele llegar en agosto y la situación se agrava en septiembre y octubre, donde a las menos horas de luz se suman la llegada de lluvias intensas.

El riesgo no sólo se da en esas fechas, sino que en un lugar como Asturias, donde en pleno verano pueden fácilmente coincidir un par de días con el cielo encapotado, las natas pueden aparecer en medio de la temporada de baños en la playa. Es frecuente que la aparición de natas vaya asociada a malos olores, que se producen por la liberación de los gases que tienen en su interior las cianobacterias para regular su flotabilidad. Sin el riesgo de que haya toxinas en el agua puede darse aunque no huela mal.

La muerte de estas colonias bacterianas no libra al río de la infestación, dado que sus "semillas" permanecen adheridas a todo el canal fluvial, rocas y vegetación, a la espera de la floración de la primavera siguiente.

No todas las cianobacterias son tóxicas. Tres de cada cuatro cepas de una misma especie sí lo son, pero otra no, sin que se sepa muy bien por qué. Los riesgos de la exposición a las cianobacterias los puso de relieve la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe del año 2000, relatando desde casos de alergias hasta muertes por la exposición a las toxinas de estos microorganismos.

Aquel informe ya instaba a que "las autoridades sanitarias consideren a cualquier crecimiento de masa de cianobacterias como un peligro potencial para la salud", relatando los problemas detectados en la salud de las personas por su exposición a las toxinas. Entre ellos advertía de efectos acumulativos en los daños sobre el hígado que pueden influir en el desarrollo de tumores y el bloqueo de la síntesis proteica (que provoca insuficiencia renal y hepática y puede causar daños a otros órganos, como los pulmones e intestino); afecciones al sistema nervioso que pueden llegar a tener consecuencias graves al bloquear los mecanismos de respiración; e irritaciones, molestias, dolores de cabeza y otros síntomas menos graves.

El informe relata que los riesgos para la salud humana surgen de tres vías de exposición: por contacto directo, incluidas áreas sensibles como oídos, ojos, boca y garganta, y áreas cubiertas por un traje de baño y la ingestión accidental del agua que contiene cianobacterias tanto tragándola como inhalándola. Entre otros casos, recoge que en 1989 una veintena de soldados británicos contrajeron neumonía grave atribuida a la inhalación de las toxinas, tras haber nadado y remado en agua con cianobacterias.

Los casos de muertes se dan en animales y no sólo peces, como ocurrió en agosto, septiembre y octubre pasados en el Piles, por las toxinas en una ocasión y por falta de oxígeno en las otras debido a la putrefacción de las algas. Es frecuente en perros que tras bañarse en agua contaminada se lamen. En humanos sólo se dio un caso, con la muerte de 50 personas en cuyo tratamiento de diálisis se usó agua contaminada.

La advertencia de la OMS llevó a que en 2008 la UE incluyera en una directiva sobre la calidad de las aguas recreativas, el control obligatorio de las cianobacterias, analizando sus posibles floraciones en el agua. Esta directiva se traspasó a la normativa española en un real decreto de 2007, que obliga a notificarlas a las autoridades sanitarias, establecer niveles de alerta y tomar medidas cuando se detecta la presencia de cianobacterias. El nivel más grave es cuando se detecta la presencia en espuma, porque eso indica que hay cianotoxina en el agua, ante lo cual es obligatorio prohibir la práctica de actividades recreativas.

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