Combinando el traje y el vestido de gala con pelucas de purpurina y gafas luminosas, cientos de gijoneses despidieron el año en una fiesta multitudinaria frente al Ayuntamiento. Como la tradición de bajar hasta la plaza consistorial a medianoche suele depender del tiempo, el cielo despejado de estos días animó a aún más gente de la habitual -en su mayoría familias numerosas y grandes grupos de amigos-, a tomarse las uvas al aire libre con dos propósitos claros de cara al 2020: el ascenso del Sporting y un pellizco del Sorteo de El Niño. También se mantuvo otra "tradición" menos agradable: la basura. El servicio de limpieza tuvo que recoger en la mañana de ayer hasta cinco toneladas de residuos que quedaron abandonados en la plaza y varias calles colindantes.
El reto global pendiente, sin embargo, sigue siendo el reciclaje. Emulsa recogió ayer por la ciudad hasta cinco toneladas de basura, entre ellas 1.900 kilos de residuos solo entre la Plaza Mayor y Cimavilla. También se recogieron casi 3.000 envases y 1.300 botellas de vidrio en un despliegue que implicó a 81 empleados.
El balance general de la Nochevieja de Gijón fue positivo para las autoridades locales, que registraron los mismos servicios que un sábado de gran afluencia sin destacar más altercados que, en el perímetro de un edificio al final de la Cuesta del Cholo, a las 5.10 horas de la madrugada, un chico de 20 años se cayó a un patio interior y fue necesaria la colaboración de Bomberos para sacarlo de allí.
Aunque irse de "botellón" hasta la plaza Mayor suele atraer sobre todo a gente joven, la fiesta de Nochevieja en Gijón atrae a cada vez más familias como la de Carmen Sardino, que se trajo, contando a parientes y amigos, a cerca de una veintena de acompañantes. "Es más cómodo venir aquí que juntarnos en una casa. Creo que muchas familias solíamos pasar de estas cosas por tener niños pequeños, pero ahora que van creciendo es mejor poder estar todos juntos aquí. Nosotros no habíamos venido nunca y el ambiente no es malo", razonó la gijonesa, que también cree que normalizar el ocio nocturno en familia ayuda a retrasar algún año más las fiestas algo menos sanas entre adolescentes sin supervisión. Sardino, dejando deseos "míticos" como la salud y el dinero a un lado, es una de las que defendió que el gran propósito de Gijón en 2020 sea el ascenso del Sporting, "porque la cosa de momento no va muy bien". Para Javier Fernández y María Menéndez, sin embargo, un pellizco del Sorteo de El Niño serían una buena excusa para poder darse un gran viaje son sus dos niños pequeños. De momento el destino estrella es Laponia, para ir a conocer a Papá Noel. Los pequeños Lucca y Alcía se mostraron conformes.
También fue la primera vez en la plaza de las pequeñas Valentina y María José Petancourt, de 4 y 10 años. Sus padres, Carolina Vargas y José Petancourt, partieron de su Latinoamérica natal (Colombia y Paraguay) para instalarse en Gijón hace cosa de dos años, y ahora están intentando hacer nuevos amigos. "Por suerte aquí la gente nos ha acogido muy bien y ya vamos ganando confianza", agradecieron.
A pocos metros y disfrazados con diademas con luces había otra familia extranjera, la de la mexicana Nydia Webber. Tras 13 años en la ciudad, se lanzaron hace poco más de uno a abrir su propio restaurante en Poniente. "A la plaza venimos desde hace tres porque siempre hay buen ambiente, aunque ahora nuestro gran propósito para el 2020 es que el negocio tenga éxito. Nos queremos quedar aquí", afirmó. Junto al familiar, el otro gran perfil fiestero fue el de jóvenes como Lidia Piñán, que vino acompañada de dos amigos de su edad para despedir el año juntos antes de salir de fiesta. Su propósito para este año también es "clásico" y era el mismo que el de 2019 (y que quedó sin cumplir): ir más al gimnasio y comer mejor.
