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Antología de instantes en el rompeolas

Mónica Riveiro y Carlos Conde reúnen en "Historias de Liquerique" sus fotos de uno de los rincones preferidos por los gijoneses

Sin título, de "Historias de Liquerique". CARLOS CONDE

Detrás de "Historias de Liquerique", la exposición de fotografía que se inaugurará el próximo jueves en el Centro Antiguo Instituto, hay también una historia. Es la de dos buscadores de imágenes que, sin conocerse, coinciden a la hora del atardecer en esa frontera gijonesa que es el dique de Santa Catalina. Allí, en ese rompeolas con el que la ciudad quiere amansar al Cantábrico, se veían de lejos Mónica Riveiro y Carlos Conde. Cada uno de los dos con su cámara de cazadores de instantes y sombras. De la observación mutua, las aproximaciones derivadas de la curiosidad y la conversación de las horas, ambos concluyeron que hacían, en realidad, lo mismo: intentar captar y levantar acta del microcosmos cotidiano de uno de los lugares más asombrosos de Gijón, donde la mar y la ciudad se miran sobre ese notable costillar de hormigón armado que levantaron el trabajo y la ingeniería.

Dos fotógrafos enfocando hacia lo mismo: "Nos dimos cuenta, de pronto, que ahí había una conexión". Y de aquella manera de interesarse por el mismo asunto y de mirar hacia el mismo lado, aunque con diferente mirada, surgieron las cuarenta y cinco imágenes en blanco y negro que ahora reúnen bajo el explícito título de "Historias de Liquerique". Una referencia a esa punta del dique de Santa Catalina, en el muelle local, que los gijoneses llaman así aun cuando el nombre de la persona a la que se debe esa barbacana hacia el Cantábrico es Francisco Lequerica.

Es la primera exposición conjunta de Carlos Conde y Mónica Riveiro: "La línea argumental habla principalmente de vejez, soledad, paseos al atardecer, ocio, amistad y familia". Cada una de esas imágenes propone, es cierto, una historia que el espectador debe completar. Son relatos encontrados ahí, junto al dique, que hablan de un lugar y un tiempo. Pero que evocan además la posibilidad de lo que aún no está contado a partir de las tramas del blanco y el negro, de la sutil paleta de los grises. Lo explican así sus autores: "Son historias imaginadas por dos personas que, a su vez, también recurren a este espacio (la Punta Liquerique) y, sin ser conscientes, llegan a formar parte de esas mismas historias".

El ojo que mira como parte del paisaje mirado. Y, después de la imagen, la apertura hacia el espectador para que "lea" e "interprete" esas cuarenta y cinco fotografías de las horas. Un epítome de la vida que pasa con sus mínimas liturgias cotidianas. Mónica Riveiro es gijonesa de 1971. Regentó un estudio en Segovia, donde hizo alguna exposición (también en Alicante). "Decidí volver a la tierra", cuenta. Carlos Conde es un leónes de 1954 avencidado en Gijón desde joven. Ha mostrado sus fotos, "hace años", en algunas muestras organizadas en los centros municipales de El Coto y La Arena. Antes de darse cuenta de que los dos querían fotografiar los mismo, aunque de distinta manera, sabían el uno del otro por las redes sociales.

"Son dos estilos diferentes", subraya Conde. Y es verdad. Él prefiere detenerse en la gama de los grises, mientras que a Mónica Riveiro le gustan los contrastes, el código perfilado de los blancos y los negros. "Es la forma que cada uno de nosotros tiene de crear el ambiente que rodea a los personajes de sus historias".

Mónica Riveiro se ve como una autora de "fotografía social", aunque lo que vemos en sus imágenes, al igual que en las de Carlos Conde, son gentes anónimas sorprendidas en un momento que pudiera parecer sin trascendencia. Y que, sin embargo, revela algo: todos somos partes del paisaje que habitamos y del instante que vivimos.

La Punta de Liquerique, donde el paseante avizora el horizonte, el oleaje, el perfil de Gijón hacia los barrios del Oeste, El Musel, se erige así como un lugar común nada común que "a diario se llena de historias", como afirman sus fotógrafos: "Muchas se repiten con frecuencia por los mismos personajes". Y más: "También hay historias nuevas cada día, pero con un nexo de unión entre todas: el lugar donde se cuentan".

Conde y Mónica Riveiro proyectarán además el próximo viernes (19.30 horas), también en el Centro Antiguo Instituto, una serie de audiovisuales bajo el título "Mirada y emoción". Una propuesta que complementa y completa "Historias de Liquerique" al dar una visión más amplia del trabajo que vienen desarrollando ambos fotógrafos desde hace años. Fotografía de calle, como se ha dicho, que no renuncia a "trasladar esa mirada al corazón del espectador".

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